¿Cuáles son los trastornos más comunes entre niños y adolescentes en etapa escolar?
Los más frecuentes son el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que afecta entre al  5% y 7% de los niños y adolescentes, y los trastornos de ansiedad generados por el desequilibrio entre los recursos que el niño tiene y las exigencias escolares.

¿A qué se debe el alto porcentaje de TDAH?
En los últimos años hemos ganado capacidad de conocimiento, acción y diagnóstico. Aún así, actualmente no somos tan laxos en el dictamen, por lo que el porcentaje es un poco más bajo del que concluían los estudios de hace unos años.

Pero,  ¿qué entendemos por TDAH?
Es la presencia de dificultades atencionales y/o hiperactividad e impulsividad. Entendiendo por dificultades atencionales, las que un niño muestra para enfocar, sostener y regular su atención. La hiperactividad y la impulsividad tienen que ver con la regulación de las propias conductas.

Pero estas conductas pueden ser normales en niños y adolescentes…
Sí, pero lo diagnosticamos como TDAH cuando estos síntomas son consistentes en el tiempo, aparecen antes de los siete años y, además, provocan disfunción, es decir, que están afectando al aprendizaje del niño o están interfiriendo en el comportamiento y en la manera de relacionarse con sus iguales.

¿Cómo le explicaría a un niño que tiene TDAH?
A un niño se le debe exponer que tiene TDAH con el lenguaje más apropiado para su edad. Solemos recomendar explicárselo en función de la percepción que tiene de sus dificultades, no en base a lo que su entorno observa.

¿Cómo puede un maestro detectar que uno de sus alumnos padece este trastorno?
El maestro está en un espacio privilegiado para la detección, ya que tiene muchos  alumnos en clase y, mediante la comparación, puede percibir qué comportamientos se pueden considerar “normales” y los que no lo son.

¿Qué deben hacer si existen sospechas de que uno de sus  alumnos tiene TDAH?
El profesor debe detectar las dificultades,  pero no podemos pedirle que sospeche que un niño tiene TDAH.  Como comentaba anteriormente, posiblemente sea la persona más indicada para percibir las diferencias y alertar cuando un niño no sigue el ritmo de la clase igual que los demás. A partir de aquí, somos los profesionales quienes debemos determinar si realmente  un niño padece la patología.

¿Cuáles son los síntomas?
Pueden ser de dos tipos, los relacionados con la inatención y con la hiperactividad. Los niños afectados por inatención cometen muchos errores básicos por no prestar atención; y les cuesta empezar y terminar las tareas. Habitualmente no son capaces  de planificarse y organizarse, pierden muchos objetos e intentan evitar todo aquello que requiera de un esfuerzo mental sostenido, como por ejemplo los deberes.

¿Y los relacionados con la hiperactividad e impulsividad?
Se precipitan en sus respuestas, no respetan turnos ni normas, hablan por los codos, siempre están en movimiento – hablamos de un movimiento cualitativo más que cuantitativo-  y no son capaces de estar tranquilos en espacios como puede ser una clase.

¿Es importante detectarlo a edad temprana?
Es fundamental, detectarlo a los siete años implica que hay que hacer muy poquitas cosas, con 14 ya es más difícil. Hay un coste oportunidad muy claro en función del periodo de diagnóstico.

¿Puede el TDAH tratarse con métodos ajenos a la medicación?
Se debería tratar con lo que entendemos como un abordaje multimodal y, para ello, es muy importante definir muy bien lo que necesita cada niño y analizar la mejor manera de cubrir sus necesidades. En algunos casos es recomendable tratarlos con fármacos pero en otros, como la falta de habilidades sociales, es mejor hacerlo con terapia.

¿Qué acciones se pueden llevar a cabo desde casa?
Resulta esencial que los padres entiendan lo que le pasa a su hijo. A partir de aquí, se trata de explicarles estrategias para compensar las dificultades específicas de cada niño, ya que no todos los casos son iguales.

¿Y desde la escuela?
De nuevo dependerá de las dificultades de cada niño. Si por ejemplo nos encontramos ante un alumno que interrumpe mucho en clase, debemos tratar de transformar este comportamiento en una habilidad, asignándole tareas tales como salir a borrar la pizarra o repartir las hojas al resto de sus compañeros, por ejemplo.

¿Están los docentes preparados para sacar el máximo rendimiento de los alumnos con este trastorno?
Me gustaría decir que sí. He tenido la suerte de encontrarme con magníficos profesores que están perfectamente capacitados para sacar el máximo rendimiento a este tipo de niños. Pero también es cierto que hay docentes que si ven que un niño no sigue de manera normal el ritmo del resto de su clase,  lo dan por perdido.

¿Pueden las nuevas tecnologías ayudar a mejorar el aprendizaje de niños con este déficit?
Con las nuevas tecnologías intensificamos el estímulo de la materia y esto es una ventaja. Pero también es un inconveniente, porque al final no deja de ser una pequeña trampa, ya que lo que realmente importa es que estos niños sean capaces de mejorar su capacidad para auto motivarse.

¿El actual sistema educativo beneficia o perjudica a alumnos con estas dificultades?
No les beneficia. Muchos niños se pierden en primaria y cuando nos damos cuenta de sus dificultades ya ha pasado mucho tiempo y las carencias son muy marcadas. Con el actual modelo educativo prevalece el  “ya madurará” y, personalmente, creo que esto no es positivo.

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Tiching

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