En el trabajo por proyectos muchas veces intervienen agente externos a los centros educativos: entidades culturales, empresas. ¿Qué opina de esta hibridación?
No es lo mismo que hagas un tipo de proyecto con un teatro o con un museo o una entidad del barrio o que conviertas las escolaridad en una empresa. Depende de cómo se saquen adelante los proyectos: la escuela no puede dejar de ser un sitio donde los alumnos socializan y aprenden. Me parece bien que dentro de los proyectos se pueda interactuar con agentes externos al centro educativo, pero esto no puede difuminar el objetivo de la escuela.
Tenemos trabajadores de la banca dando formación financiera, esto me parece una barbaridad, a gente del entorno de la emprendimiento a montar negocios. Hay que limitar estas iniciativas porque no todo vale, no todas las innovaciones tienen éxito.

¿La educación corre el riesgo de privatizarse?
Se está privatizando a distintos niveles, sí. Por un lado tenemos la idea o el intento del sistema capitalista de mercantilizar todo, y con la educación no se puede hacer negocio.
Tenemos algunas cuestiones pendientes, algunas de ellas eternas pero hay que insistir, como la de los centros concertados. No son otra cosa que externalizaciones: con dinero público se gestiona privadamente. Esto es una fuente de segregación, de desequilibrio y es una injusticia social porque con el dinero de todos se pagan los privilegios de los más privilegiados.

¿Qué otras cuestiones hay sobre la mesa en este aspecto?
La externalización de distintos servicios de la educación: las empresas de limpieza, los comedores, los extraescolares, las evaluaciones, la innovación educativa también sale ahora de empresas privadas, etc. La gestión de la escuela también se está privatizando y la escuela no es una empresa privada. Hay otro punto negro y es que parece que aquello que se hace en el colegio tiene que servir al sistema económico y no a la sociedad, al entorno, etc. No se prioriza la formación de jóvenes con conocimientos y sentidos crítico capaces de escoger por ellos mismos.

¿Cómo se puede proteger la educación?
Es muy complicado porque es un problema de información. La educación es una arma muy potente y las familias no ponen atención en este factor. En su día a día les preocupa que los niños aprendan, que vayan aprobando, pero no atendemos al trasfondo de lo que la educación implica.
Pero la educación tiene que ver con la ideología, y la prueba es que cuando hay cambios importantes políticos o de régimen lo primero que se hace es cambiar la educación para promover un pensamiento uniforme y dócil al nuevo sistema.

¿La sociedad es consciente de esta profundidad?
Para nada. La educación es un campo de fecundación ideológica, para qué queremos educar? ¿Queremos tener trabajadores, becarios sumisos, transferibles, etc., o queremos jóvenes combativos, que entiendan el mundo y se capacitan para transformarlo? Todo esto es muy importante y es un campo de batalla político, ideológico y social en el que tendría que participar mucho más la sociedad en general. La educación no es algo solo de los maestros, nos incumbe a todos.

La responsable del programa Magnet, Roser Argemí, señalaba hace poco que en cuanto a segregación solo nos centramos en los centros desfavorecidos, pero cuando se produce afecta al conjunto de escuelas de la zona. ¿Qué se puede hacer contra la segregación?
La segregación siempre es negativa, todos los centros sufren consecuencias negativas aunque no nos lo parezca. Desde el punto de vista de la justicia social es nefasto que todo el alumnado con alguna necesidad específica se concentre en un centro. Y en los centros que nos parecen favorecidos carecen de la riqueza de la diversidad. Trabajar pedagógicamente en un entorno donde no hay homogeneidad de clase ni de origen permite al conjunto crecer conociendo otras realidades y esto es una apertura mental brutal.

¿A qué se refiere exactamente?
Te respondo con otra pregunta ¿Cómo podemos pedirle a un joven que vive en un barrio privilegiado, que ha ido a un centro donde todos son como él que empatice con un joven que vive en un piso de 30 metros cuadrado o cuya familia se ha jugado la vida cruzando el Mediterraneo en un lancha? ¿Cómo va a reconocer y valorar la diversidad si no ha convivido con ella?
Si los niños crecen aislados los unos de los otros es muy difícil que socialicen con la diversidad, con la democracia, con la igualdad, etc.

¿Como se acoge a las personas migrantes en los centros educativos hoy en día?
Yo creo que depende del centro y de las circunstancias de este. Hay escuelas que lo están haciendo muy bien y otras que bueno… Pueden tomar nota de algunas mejoras. Pero el problema no es solo como les acogemos en el centro educativo. No nos fijamos en qué les pasa a estas personas cuando salen de la escuela. Generalmente acceden a trabajos poco valorados, tienen dificultades para socializarse, no encuentran pareja que no sea de su propio entorno, etc. Todo esto acaba por fomentar un sentimiento de marginalidad que es el que tienen muchos chicos y chicas que han crecido aquí.
No hay un trabajo real de integración.

¿Qué podemos hacer desde las escuelas?
Hace falta educación intercultural, educación antirracista, educación de la diversidad que significa conocerse, interesarse por su cultura. No podemos pasar solo por la imposición de nuestra cultura.

¿Es importante que los alumnos participen en la integración de los alumnos que llegan?
Si, por supuesto. Me gustan mucho los proyectos en los que los propios alumnos tutorizan a sus compañeros porque es una relación de tú a tú. Se introducen en sus círculos y esto facilita la sensación de comodidad del que llega.
La mejor manera de integrar es la relación entre iguales, sin duda. Para los niños y niñas que “acogen” también es positivo porque su primer contacto es muy positivo, por lo que se eliminan los prejuicios o los estereotipos.

¿Y fuera de las aulas, cual es la situación?
Sería interesante que fuera del colegio también tuvieran las mismas oportunidades. Muchas veces estas familias no pueden acceder a las extraescolares. Los ayuntamientos aquí sí que tienen un poder importante de poner a disposición espacios y actividades que puedan ser punto de encuentro, de disfrute y de aprendizaje, como aulas de música municipales, convenios con centros deportivos, etc.

¿Por donde empezaría a poner remedio?
Por concienciar. Hay un problema ideológico, de voluntad política de querer o no que la sociedad esté cohesionada, que la gente que llegue se integre, que se eliminen las desigualdades de clase, etc. Y también obviamente hay un problema de dinero, deberíamos poder hacer más cosas y espacios con dinero público porque es un beneficio para todos. Hay muy poca conciencia de todo esto.


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