Después de estar un par de años formándome en la metodología Flipped Classroom y de investigar cómo ponerla en práctica en las aulas, reconozco que el resultado está siendo más que positivo.
¿Por qué utilizo el Flipped Classroom?
Pues, para comenzar, porque este sistema propone un cambio fundamental en la figura del profesor: pasa de ser el que expone, el que sabe; a adoptar un papel de guía, de acompañante en el proceso de aprendizaje.
Esta modificación afecta a otro aspecto muy importante para cualquier docente: la relación que empieza a tener con sus alumnos. Y es que, el hecho de tener tiempo para pasar por las mesas, acercarnos a ellos, leer sus trabajos, puntualizar lo que están escribiendo y observar el ritmo que llevan nos da a nosotros una visión mucho más real y personalizada. Además, nos vuelve más “humanos” a sus ojos. Dejamos de ser esa figura lejana que habla desde una tarima para bajar a su terreno y codearnos con ellos manteniendo, eso sí, el respeto y las formas.
A mí me ha pasado. Incluso con aquellos estudiantes más rebeldes que tienden a rechazar cualquier figura de autoridad. Acercarnos, observar sus necesidades, poder conocerlos mejor. Sólo por eso merece la pena.
Pero esta metodología guarda más ventajas. Otra de las importantes se refiere al ritmo de aprendizaje. El hecho de que los alumnos dispongan de vídeos para aprender implica que pueden verlos o pararlos las veces que necesiten. Si han faltado o si no les ha dado tiempo de acabar en clase, pueden ir siguiendo los pasos desde casa. Y si el problema es que quieren ir más deprisa, sólo debemos tener más material preparado para que puedan profundizar cuanto quieran.
Para que el sistema funcione, es importante seguir varias recomendaciones:
- Que los vídeos sean buenos y de una duración máxima de 10 minutos. Si fueran más largos, en la web disponemos de herramientas (Playposit, Edpuzzle) que nos permitirán dividirlos en varias partes e insertarles preguntas.
- Los alumnos deben estar avisados del sistema de trabajo que seguiremos. Para ello, merece la pena dedicar algunas sesiones a explicarlo en clase y ver los primeros vídeos en el aula.
- Debemos orientarlos a la hora de sacar la información de los vídeos. Los estudiantes tienden a copiarlo todo, y no suele ser necesario.
- Otro paso fundamental para conseguir que vean los vídeos en casa es que sepan qué consecuencias tendrán si no lo hacen y por qué es importante que accedan a la información antes de llegar a la siguiente sesión. Es decir, es mejor que los alumnos sepan para qué usarán esos conocimientos adquiridos en la próxima clase que tengan.
Esta última recomendación nos abre todo un abanico de posibilidades que podrían relacionarse con las metodologías activas porque el Flipped Classroom admite una gran variedad de formas de trabajar en el aula: gráficos para recoger información, mapas mentales, trabajo colaborativo, seminarios socráticos, preparación de exposiciones o de infografías, rutinas de pensamiento, representaciones, tertulias dialógicas, debates, trabajo por rincones…
Si a todo esto añadimos un sistema de reparto de puntos y de recompensas, la implicación por parte de los estudiantes está garantizada, el interés por la clase aumenta y es fácil que el docente se sienta motivado para seguir explorando nuevas posibilidades de trabajo.