La definición oficial de competencia en educación “supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones, y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz”. Se contempla, pues, como un conocimiento adquirido a través de la participación activa en prácticas sociales y, como tales, se pueden desarrollar tanto en el contexto educativo formal, a través del currículo, como en los no formales e informales.

Atendiendo a esta definición… ¿podemos trabajar la adquisición de las competencias clave de una forma creativa, rítmica y con mucho arte?

Hablemos de flamenco

En la mayoría de los pueblos de Andalucía, Extremadura, Murcia y distintas zonas de España, nuestro alumnado siente el flamenco como parte fundamental de su identidad sonora. Nuestros chavales están acostumbrados a los soniquetes de Navidad, a las fiestas en las que se oyen las palmas por bulerías, a las clases de sevillanas y a las emisoras de radio que proyectan flamenquito mientras se realizan las tareas domésticas.

Gran parte de nuestro alumnado está familiarizado con el cajón flamenco y las castañuelas, los compases y estrofas, los palos y las letras. Valoran a Camarón de la Isla y Paco de Lucía, incluso, alguna vez, han bailado al son de Lola Flores, Niña Pastori, Ketama o Rosalía.

Puede que os preguntéis qué tiene que ver todo esto con la adquisición de las competencias clave. Vamos a verlo.

Para empezar, trabajar las competencias clave no tiene por qué ser algo tedioso ni meramente académico. Creo que debe ser totalmente lo contrario: algo atractivo, motivador, que parta del interés del alumnado y que ayude, en definitiva, a formar a gente competente en nuestras aulas.

Partiendo del flamenco, estamos enraizando cualquier actividad que emprendamos con un factor clave necesario en toda actividad educativa: la conexión emocional.

No es lo mismo trabajar la competencia lingüística utilizando un libro de texto que analizando una letra escrita por Lorca y cantada por Camarón o componiendo estrofas que van a ser interpretadas en un escenario delante de las familias. No se experimenta el mismo grado de ilusión en cuanto al sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor realizando un proyecto ficticio sobre una empresa inexistente que poniendo en pie un espectáculo creado, organizado y presentado por el propio alumnado para recaudar fondos con fines benéficos en su propia localidad o para colaborar con un bien social como es la integración de 25 menores refugiados.

¿Nos atrevemos con la receta?

No es una poción mágica, pero sí bastante resultona.

Primer ingrediente. La alegría: bulerías, rumbas, taconeos, percusión, palmas y temas que despierten la energía interior y conecten con el sentir del alumnado.

Segundo ingrediente. Pedir ayuda: artistas locales, asociaciones, peñas, familiares aficionados…Aprovechar cada oportunidad de conexión que se nos presente.

Tercer ingrediente. Buena voluntad para coordinarse tanto con el alumnado como con el profesorado y otros participantes.

Un claro ejemplo: Entre dos aguas. Abrazando nuevas culturas, proyecto flamenco del IES Pablo de Olavide de La Luisiana (Sevilla)

Este año hemos realizado un verdadero trabajo de equipo en el que se ha visto implicado todo el profesorado y el alumnado, además de la localidad y diferentes colectivos que nos han ayudado con la tarea. Nuestro proyecto forma parte del programa educativo INNICIA, Cultura emprendedora, ComunicA, Aula D cine y de nuestro Plan de Igualdad.

Hemos partido del flamenco como catalizador de emociones para trabajar a favor de la interculturalidad, del respeto, la integración y la igualdad, además de propiciar la adquisición de las competencias clave.

Con Entre dos aguas, abrazando nuevas culturas, hemos recibido al alumnado inmigrante que ha llegado recientemente al pueblo, haciéndonos eco flamenco del maravilloso cuento africano “Tu canción”, que trata de cómo darle la bienvenida al mundo a un niño a través de la música.

Un proyecto con una fuerte base pedagógica.

La iniciativa se fundamenta en dos métodos pedagógicos: el Aprendizaje Basado en Proyectos y el Aprendizaje-Servicio, que convierten a los alumnos en protagonistas de su propio aprendizaje. El primero consiste en aprender mediante un proyecto que trata de dar respuesta a situaciones de la vida real (en nuestro caso, la llegada de 25 chicos inmigrantes), mientras que el segundo añade el componente altruista (favorecer la integración de estos chavales a través de nuestra seña de identidad, el flamenco)

Nuestra organización ha sido como la de un gran cuadro flamenco: los maestros, Ángeles Acedo y Manuel Garrido, nos marcan el compás, Rosa de Algeciras al cante, Israel Martín al toque de guitarra, Ibrahima Diabate a la percusión africana-flamenca, el equipo directivo (principal motor de nuestro instituto) y el equipo docente que gestionan e idean, motivan y jalean a nuestros protagonistas: nuestro alumnado, que investiga, crea y actúa para favorecer la integración de nuestros niños de la Fundación Aproni. La fiesta final (puesta en escena del trabajo del alumnado), se ha organizado gracias a la iniciativa de la ONG ACNUR y su Loco Festival.

En definitiva, una experiencia que, seguro, no olvidarán jamás, con la que han trabajado la adquisición de todas las competencias clave y con la que enseñamos, desde la práctica, el valor de la palabra solidaridad, por supuesto, a través de nuestra seña de identidad: el flamenco.

Si os apetece contemplar una muestra del resultado, pinchad aquí.