Soy coordinadora de un proyecto en dos escuelas del barrio del Besós de Barcelona que está consiguiendo mejorar la convivencia entre los niños y niñas de diferentes culturas y religiones, velar por su calidad de vida y despertar su amor por aprender.
Trabajo en la Fundación CET 10, una entidad que lleva más de 20 años educando desde el ocio y el deporte y que está implementando en la escuela Eduard Marquina y la escuela Concepció Arenal el proyecto Cap Infant Sense Esport.
A veces, entre tantos momentos con ellos, que seguro llevaban frutos escondidos, se te fija en la retina una imagen que resume la razón por la que te dedicas a esto y te sigue motivando para el esfuerzo diario. En mi caso es una fotografía que hice a uno de los niños de cuarto de primaria, una de las tardes educativas en la escuela Eduard Marquina. Estuve dos cursos en esta escuela. Fue una de las primeras tardes en que pusimos en práctica el aprendizaje del cricket, un deporte muy popular en la población paquistaní. La fotografía en sí es muy sencilla, sólo se ve a un niño de etnia gitana con el bate de cricket plenamente concentrado en dar el golpe correcto.
Para mí ese momento representa el espíritu de este proyecto y cómo un deporte es capaz de diluir todas las fronteras y recelos hacia los recién llegados; cómo practicar una actividad nueva despierta nuevas habilidades, entusiasmo y curiosidad y consigue unirlos cuando están divididos. El juego y el deporte consiguen esto, celebrar en equipo, reírse juntos, sentirse unido a los compañeros.
Durante un curso pusimos en práctica muchos recursos para reforzar hábitos ,como por ejemplo bajar las escaleras en silencio. Una idea como la de dar un copa nos llevó a conquistar el éxito. Primero la idea la puso en práctica el equipo de la escuela Concepció Arenal y después la llevamos a Eduard Marquina. Utilizar un recurso como la copa de las escaleras generó una expectación que, alcanzado o no el objetivo de hacer silencio en los pasillos, sirvió para cohesionar cada clase.
Mediante la práctica de deportes como el balonmano y el cricket, entre otras actividades, la Fundación CET 10 ha logrado vehicular valores como el respeto y la tolerancia. Hijos de padres africanos, pakistaníes, marroquíes y chinos -entre otros orígenes-, muchos de los niños llegaban a la escuela sin hablar ni catalán ni castellano. También hay mucha dificultad para mantener un diálogo entre la escuela y las familias.
Al principio costaba crear un ambiente de calma y de grupo. A los niños y niñas también les resultaba difícil estar en un sistema demasiado reglado, y algunos de ellos se quedaban fuera cuando se imponían normas estrictas. Por eso hemos ido adaptándonos para poder incluirlos a todos en las dinámicas y que se sientan en un ambiente libre y acogedor, que los permita explorar su talento y fomentar su creatividad.
El camino es largo pero, tal vez, el triunfo es simplemente ofrecer experiencias de crecimiento y afecto.