¿La escuela, por definición, debe estar siempre innovando?
La innovación sería lo deseable, pero este deseo debe existir. Lo que no se puede hacer es imponer y no crear las condiciones para que se dé la innovación. Si no es así, no se innova, se hace otra cosa: intentos, mejoras, tentativas, pero nada que lleve a un puerto concreto.
Es recomendable proponerse innovar, pero primero hay que plantearse las condiciones en las que se hace y sobretodo las motivaciones. ¿Hacia dónde lleva la innovación que queremos introducir? Muchas veces, no llevan a ningún sitio, a ningún propósito, son sólo cambios superficiales, cosméticos. Si no supone un avance o una transformación de la escuela, no es una innovación útil.
La comunidad educativa está en continua reflexión. ¿Hacia donde cree que pretende dirigirse la educación?
Yo diría que hay un debate últimamente que está más presente: ha aumentado el nivel de sensibilidad hacia la innovación. No solo por parte de los profesores, sino también por parte de madres y padres que tienen una preocupación creciente y lógica por ver dónde llevan a sus hijos a estudiar, qué tipo de educación quieren, etc. En este sentido hay un cambio de paradigma importante.
¿A qué se refiere?
Si hace un tiempo las familias querían una escuela que se pareciera mucho a la que ellos tuvieron, ahora ven que ese modelo ya no sirve, que ha quedado obsoleto, por lo que sí que hay una sensibilidad o predisposición mejor al cambio. También es verdad que hay familias que quieren cambios muy radicales, otras que prefieren cambios moderados, y a veces también tienen miedo (¿Hacia dónde van? ¿Son experimentos?). Es muy importante que una innovación vaya acompañada no solo por el equipo de profesores, sino que haya complicidad y comunicación con la familia y la comunidad. El cambio en la educación no vendrá solo de lo que hagan los profesores en el colegio, sino del compromiso de todos los agentes educativos.
El entorno de los niños fuera de las aulas también es espacio de aprendizaje. ¿Qué peso cree que tiene en su formación?
Debemos tener en cuenta que el alumno en el colegio está unas 6 horas aproximadamente. El resto de tiempo socializa fuera de las aulas. Familia, actividades extraescolares, contacto con internet, televisión… todo esto influye de forma determinante. Hoy día los espacios de acceso a la información son crecientes y esto hace que la vida de los niños y los jóvenes se haya visto modificada respecto a la de sus padres. Es un cambio muy importante y tiene que ver con las nuevas formas de socializar y de aprender.
¿Todos estos agentes están implicados en la educación de forma consciente?
Si no lo están, deberían estarlo. Evidentemente se puede educar de muchas formas: se puede educar en valores de competitividad, de individualismo… o se puede educar en valores de respeto, cooperación, trabajo en equipo. Siempre se está educando, tanto con lo que se transmite como con lo que se oculta, y esto lo tenemos que tener en cuenta.
¿Es necesario que todos los agentes formen parte de este cambio?
Sin duda. Los cambios en igualdad de oportunidades o transformación educativa no solo se pueden plantear desde el colegio, porque desde el colegio no cambiaremos la mentalidad y la cultura: hace falta una acción coordinada. Hay espacios que educan y deseducan de diferente formas. Los valores pueden ser divergentes.
¿Cómo hablan los medios de comunicación de la educación?
Hace un tiempo escribimos un libro sobre la representación de las escuelas en los medios de comunicación y el diagnóstico era muy contundente, en el sentido de que la educación no estaba presente. Se hablaba poco y cuando se hablaba era para hablar mal, en caso de conflictos o fracaso escolar. Se ponía de relieve las miserias, pero no se compartían las prácticas interesantes, los avances, etc. Esto está cambiando, porque los medios de comunicación ven que hay interés. Ahora, además, también hay medios que se han especializado, como el Diari de l’educació en Catalunya. Hay un interés y tiene su público.
Cada vez hablamos más de proyectos de aprendizaje servicio… ¿cree que son una buena práctica?
Puede serlo, aunque no siempre lo es. Hay que ver hasta qué punto los dos conceptos son realmente aplicables en cada proyecto. ¿Siempre se consigue un buen aprendizaje? Y el servicio que se da, ¿es útil para la comunidad? He tenido conocimiento de proyectos que han flaqueado por un lado o por otro y esto debemos valorarlo. No todas las prácticas se pueden medir con el mismo patrón.
¿Qué debe tenerse en cuenta para aplicar estos proyectos?
Lo primero que hay que hacer es un diagnóstico con los agentes de la comunidad de cuáles son las necesidades de intervención en esta comunidad. Este diagnóstico debe ser muy preciso. A veces este proceso se hace rápidamente o muy por encima, de manera que es insuficiente. También hay que tener en cuenta que hay modas, en pedagogía y en educación. Hoy el aprendizaje servicio es una moda que hacen muchos centros, pero esto hay que analizarlo mucho. En seguida buscan la intervención para ver qué hacer. Lo importante es pararse un momento y analizar qué necesita esta comunidad. Una vez sabemos qué necesita, hay que ver si realmente hay un proceso de acompañamiento que genera aprendizaje.
Cuando se habla de transformar centros educativos, ¿qué cree que debería perseguir esta transformación?
Primero, que sean centros democráticos. No es suficiente con decir “tenemos consejo escolar”o “tenemos un claustro”. La pregunta es si este claustro es un equipo y tiene un proyecto, si el consejo escolar garantiza una participación activa y dinámica de todos los agentes educativos. Hay que vincularlos a todos: asociaciones, entidades del entorno escolar… La escuela debe ser participativa y democrática. Que haya elecciones para escoger el consejo escolar no es suficiente, la democracia debe instalarse con fuerza en los centros.
¿Y en segundo lugar?
Que las aulas se conviertan en espacios de debate, de investigación, de experimentación, donde el diálogo parta de las experiencias significativas. Las aulas deben ayudar a hacer personas libres, que piensen, que razonen, que argumenten; no solo para adaptarse al mundo, sino para cambiarlo. Hay que crear conciencia para que vean que este mundo tiene muchas injusticias y hay que intentar mejorarlo y transformarlo. Para mí, este es el porqué de la educación. No educamos solo para adaptarnos a las necesidades económicas del mercado de trabajo, que también, pero esto debe ser una consecuencia. Yo creo que educamos para promover todas las capacidades de los seres humanos, y esto tiene que ver con las relaciones sociales, los compromisos, los deberes, los derechos, con las emociones, etc. Cuando hablo de transformar centros, lo digo a nivel de estructura democrática y de que el saber debe ir orientado a crear personas con criterio propio.
¿Cree que vamos por el buen camino en esta tarea?
No estamos en el mejor momento. Tampoco podemos idealizar y pensar que la escuela cambiará el mundo por sí misma. En todo caso sí que pondrá su granito de arena. Pero está en manos de las familias, de los medios de comunicación, de las asociaciones… que esto sea una realidad. Es un movimiento de red y hay que crear complicidades. La escuela puede contribuir a crear conciencias más cultas, más libres, más críticas, más capacitadas para comprender el mundo y en la medida de lo posible, transformarlo. Hay escuelas que lo hacen.
Si pudiera dar un solo consejo a un profesor que tuviera este compromiso de querer cambiar la sociedad, ¿cuál sería?
Que mire atentamente a los ojos del niño y que mire de frente la realidad. Hay que escuchar mucho a los niños y observar mucho qué pasa en la calle. Si la realidad no entra en la escuela y no tiene contacto con el niño, no se puede cambiar la educación.
Atinadas respuestas, que considero deben ser reflexionadas por quienes nos dedicamos a esta tareas…