Desde hace unos años la práctica de yoga se ha extendido rápidamente en Europa. ¿A qué cree que se debe?
 Hace 35 años que trabajo con el yoga y es verdad que de un tiempo a esta parte se ha extendido su práctica. Los beneficios son innumerables, de ahí su expansión.

La práctica con niños también se ha extendido rápidamente los últimos años.
Al final de los años 80 el yoga para niños casi no se conocía, y en todo caso, no existía una propuesta metodológica específica para niños. Fue mi maestro, Swami Gushananda, quien me dió las pautas y el conocimiento de la práctica para trasladarla a los niños. Mi tarea en el mundo es enseñar el yoga a los niños y para ello he trabajado conscientemente para encontrar la mejor fórmula.

¿Cómo lo ha hecho?
En todos estos años he practicado y estudiado para encontrar una metodología que fuera en línea con mi tradición, que es muy ortodoxa, y también con los niños de hoy. La pedagogía del cuerpo que se enseña en la universidad de Milán, donde tengo mis seminarios de yoga, se llaman Laboratorios Juega Yoga, es la que nos permite transmitir a los más pequeños los valores de la práctica.

¿En qué consisten estos seminarios?
En ellos impartimos y enseñamos esta metodología de trabajo para la infancia. Es el cuadro teórico dentro del cual declinamos la enseñanza del sutra Yoga de Patanjali.
El yoga en sí mismo es una pedagogía que te da una camino preciso, que enseña a afrontar las decisiones, que requiere que tengas conciencia de los procesos que vives…

¿Qué valores se transmiten a través del yoga?
Los valores y la ética del yoga son universales. Todos los hombres y mujeres deberían asumirlos: la honestidad, el respeto, la no violencia, etc. Son tan universales y tan humanos que los niños aprenden e incorporan con mucha facilidad.

¿Cuando es una buena edad para empezar a practicar?
Los niños que vienen a mis laboratorios tienen edades muy variadas, hay niños muy pequeños y también hay niños de cursos superiores. Lo que todos tienen en común es una gran curiosidad por el yoga y es fácil que se unan a la práctica gracias al trabajo simbólico que ellos experimentan.
¿A qué se refiere con trabajo simbólico?
Es muy fácil animar a un niño a que tenga el coraje de un tigre, que sea estable como una montaña, o a que tenga valor como un guerrero. Todas esas cosas significan ser, per se, sin la mediación de la mente y del aspecto cognitivo.

¿Qué les recomendaría a los docentes a los que les gustaría integrar la práctica del yoga en sus aulas?
A los profesores de las escuela les recomiendo que se especialicen en el trabajo con los niños. Esto es muy importante porque no es fácil conocer el yoga. No es suficiente con ser un adulto que lo practica porque el método didáctico que se utiliza para enseñar a los niños y los adultos es completamente distinto.

¿Y a las familias?
Para mí, es curioso ver cómo últimamente son los mismos niños que piden a sus padres y a sus hermanos practicar juntos. Son los niños que invitan a sus familias y son ellos los que me dan estas grandes intuiciones. El yoga familiar permite dedicarse un tiempo completamente nuevo para ellos mismos, con atención, con presencia consciente y empatía. Algo muy importante y preciado en los días que corren.

¿En qué se diferencia la práctica de mayores y niños?
En el caso de los niños, naturalmente, la práctica solamente es una parte. En mis clases siempre hay otros elementos como pequeños juegos, trato de que ellos mismos se puedan reencontrar, sobretodo cuando percibo que están cansados o que tienen alguna dificultad.

¿Qué tipo de juegos les propones?
Cuando están haciendo yoga son como una tribu donde cada uno tiene un nombre secreto especial, esto les encanta. Otro juego que hago y que es muy importante se llama El noticiero de las buenas noticias, les enseño que en nuestra vida todos los días ocurre algo bonito. Creo que es importante trasladarles la idea de que es interesante pararse cada día y reflexionar y no darlo todo por hecho.

¿Qué perciben los niños en este entorno?
Que descubren un montón de cosas, como que el antídoto a la rabia, puede ser la amabilidad, el amor. Los niños se ayudan entre ellos y se sostienen para descubrir cómo enfrentarse a los pequeños y grandes problemas de la vida ordinaria. Escucho discursos muy interesantes.

¿Qué es lo mejor que aporta el yoga a los pequeños?
Los niños, en la cotidianidad pocas veces tienen un espacio donde pueden encontrarse a sí mismos. En estas vidas rápidas, el yoga puede ser un momento en la semana donde no se tiene que hacer nada que sea superficial, sencillamente pueden ser niños.


Si te ha gustado la entrevista a Lorena Pajalunga, échale un vistazo a la de Luis López González: “La meditación equilibra las emociones de los niños”.

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