A cualquier miembro del profesorado que le preguntasen si es sexista en su aula respondería con un NO rotundo. Pero, ¿y si lo somos sin darnos cuenta? Desafortunadamente, no es tan difícil caer en el error del sexismo como pueda parecer, ya que desde nuestra infancia se nos han inculcado numerosos valores como innatos, cuando no son más que una mera construcción social. Es muy posible que en algún momento hayamos ejercido cierto sexismo de manera inconsciente, que no por ello deja de ser igual de peligroso puesto que el currículo oculto posee un peso incluso mayor que el currículo oficial impartido. Analicemos pues en qué estamos fallando y qué podemos hacer para remediarlo.
Errores comunes a evitar en nuestras aulas y posibles soluciones
1. Distribuir a nuestro alumnado en función de su sexo para todo
Esto tendemos a hacerlo continuamente en infantil y primaria: los niños a la derecha, las niñas a la izquierda; los niños que salten, las niñas que bailen; los niños detrás y las niñas delante. Es verdad que a priori dicha práctica no parece presentar problema alguno, pero si indagamos un poco en el tema puede no ser tan inofensivo como nos pensamos.
¿Por qué no debemos hacerlo?
Hay algunos peques en la etapa infantil que todavía no tienen claro si se identifican con ser un niño o una niña. Nosotros pensamos que semejante distinción es muy obvia, porque lo definimos en cuestión de genitales, pero este no es el único baremo a seguir. Como maestra de estas primeras etapas me he encontrado personalmente con casos en los que había niñas que decían ser niños, y niños que estaban seguros de ser niñas, y seguro que a algunos de vosotros también os habrá ocurrido. Muchas veces esto nos indica que, o bien se identifican con uno de sus progenitores más que con el otro, o puede que sea un simple proceso de imitación de sus hermanas o hermanos mayores a los cuales admiran. Sin embargo, este hecho también puede ser ocasionado por algún factor biológico que deberíamos valorar.
¿Cómo hay que actuar?
Primeramente, olvidarnos del sexo del alumnado como una categoría. Si hay que dividir, podemos hacerlo en función del color del pelo, o de la ropa que llevan puesta, o del tamaño de sus ojos. En el caso de la posible identificación por parte del alumno con un sexo diferente al que nosotros tendemos a etiquetar, no habría que darle demasiada importancia al tema, sino dejarlo fluir, a menos que ello llegue en algún momento a ocasionar problemas mayores, como por ejemplo de tipo acoso escolar (especialmente en cursos superiores). En ese caso sería adecuado llevar a cabo alguna sesión de formación impartida por un especialista tanto con el alumnado como con los padres, siempre de manera discreta y no acusatoria.
2. Atribuir sin sentido alguno características físicas a uno u otro grupo.
Por ejemplo: ¿podrían ayudarme a mover unas mesas algunos chicos fuertes de esta clase? ¿podría ayudarme alguna chica dulce a leer estos poemas en alto?
¿Por qué no debemos hacerlo?
Primeramente en infantil, primaria y prácticamente en toda secundaria y bachillerato no encontraremos gran diferencia entre sexos respecto a fuerza o músculo. De hecho si lo piensas bien, las chicas suelen ser más altas y más fuertes porque biológicamente maduran antes. Una pregunta como la primera aquí expuesta no haría más que reforzar la idea de que los chicos son fuertes y duros mientras las chicas son más bien débiles, sensibles y delicadas, cuando para nada es así. Y, si casualmente lo son, será por sus condiciones personales y no por su sexo; ya que ni todos los niños son brutos, ni todas las niñas son dulces.
¿Cómo hay que actuar?
Tratando de no caer en estereotipos sin sentido y evidenciar, siempre de manera privada, los que percibamos entre nuestros colegas. Si todos ponemos un poquito de nuestra parte, nos acostumbraremos a estar alerta respecto a nuestro vocabulario y referencias sexistas, llegará un momento en que dicha práctica ya no sea necesaria.
3. Dar por hecho unos roles determinados en función del sexo.
Por ejemplo, llegan los carnavales al cole y organizamos el disfraz del grupo-clase siempre de manera binaria: ellas de flores y ellos de avispas; ellas de princesas y ellos de guerreros; ellas de brujas y ellos de vampiros; ellas de enfermeras y ellos de doctores; ellas de Caperucita y ellos del lobo del cuento, etc.
¿Por qué no debemos hacerlo?
Para empezar, estamos ignorando las preferencias de nuestro alumnado. Yo he vivido muchos casos de niños frustrados porque querían ir de flor y niñas enfadadas porque preferían el disfraz de guerreras al de princesas y en ninguna de estas ocasiones pudieron los peques disfrutar alegremente de su carnaval, lo cual era por otra parte el único objetivo de su maestro o maestra. Asimismo, bien sea a través de los disfraces de Halloween o de los personajes de un cuento infantil que atribuyamos a nuestro alumnado, hemos de tener en cuenta que también estaremos transmitiendo unos roles determinados. Es decir, si las disfrazamos a ellas siempre de ratitas presumidas y a ellos de gatos salvajes, lo que estamos diciéndoles es que las niñas tienen que ser monas, sumisas y débiles mientras los niños han de ser más agresivos, fuertes y superiores. Si siempre usamos cuentos tradicionales y aún encima repartimos los roles según el sexo, caeremos de nuevo en el error de asociar mujeres con el hogar, la belleza, la pasividad y la inferioridad, y a los hombres con la energía, la fuerza, el coraje, o la valentía.
¿Cómo hay que actuar?
Primeramente, preguntaremos al alumnado qué disfraz prefiere y por qué. Esto de por sí ya representa una oportunidad muy valiosa para promover la igualdad y desterrar estereotipos adquiridos en el pasado, demostrando que todos podemos llevar a cabo cualquier rol en nuestra vida. De hecho, dicho modus operandi nos ayudará a apoyar a todo ese alumnado que se salga de lo considerado como adecuado por la sociedad. Si una maestra o maestro promueve como totalmente normal que un niño quiera ir de flor, el resto de la clase también lo considerará como algo inofensivo. No subestimemos nuestro poder como docentes porque es infinito.
Además del debate, otra herramienta fabulosa para combatir el sexismo en el aula es el teatro. La oportunidad que te facilita este arte para ponerte en la piel del otro es fantástica y les ayudará a entender muchas cosas. Si además introducimos en el aula obras que representen a personajes no estereotipados en cuanto al género como Las princesas también se tiran pedos, favorecemos también la visión de otras realidades y así estaremos ofreciendo a determinados alumnos o alumnas la oportunidad de poder identificarse con alguno de estos personajes.
4. Otorgar privilegios en función del sexo.
Por ejemplo, “las damas primero”; o, “a ellos déjalos que se ensucien y que corran, que son niños” (no niñas).
¿Por qué no debemos hacerlo?
Lo de “las chicas primero” se quedó en el siglo pasado y nunca deberíamos usar tal afirmación en nuestras aulas. De hacerlo, estaríamos promoviendo unas distinciones que únicamente transmiten que ellas se merecen determinados privilegios por el simple hecho de ser chicas, y a la larga está demostrado que estos privilegios no favorecen a nadie. Os invito a ver el video del proyecto “Free to be You and Me” Ladies First, que es una fantástica representación de este punto en concreto. Y el dicho “es que son niños” tampoco pertenece a la era de la neurociencia, que nos demuestra como las conexiones de nuestras neuronas van cambiando según el entorno, con lo que la naturaleza es continuamente modificada por el contexto.
Nunca separaríamos a los niños por su raza, por su inteligencia o por su peso, ¿verdad que no? Y eso es porque pensamos que ello podría, obviamente, hacer que algunos de ellos se sintiesen menos valorados o despreciados. Pues reflexionemos un poco sobre el hecho de separar por sexo y para qué lo hacemos realmente. Además ¿y si ganan las chicas? Entonces los niños aprenderán que en tal actividad son mejores las chicas y, si son los chicos los que ganan, tendremos otro estereotipo listo para propagarse. De hecho, ésta es la manera en la que aprendemos que los niños son mejores en ciencias y matemáticas o las niñas mejores en lenguaje y en sentimientos, tal como nos explican Stelle y Aronson (1995) en su teoría de la amenaza del estereotipo. Deberíamos de comenzar a asumir que ni los niños ni las niñas son mejores o peores en nada por su sexo, lo son por sus cualidades que son únicas, personales e individuales. Además, y como hemos visto anteriormente, en muchos casos no solo segmentamos por sexo, sino que también caemos en el error de atribuir unos determinados roles a cada grupo, lo cual agrava la situación.
Por todo lo aquí expuesto os invito a que reflexionemos con cautela sobre nuestra práctica educativa desde una perspectiva de género, y a continuación compartamos estas ideas con el resto del profesorado de nuestro entorno, porque juntos seremos más conscientes y conseguiremos crear una infancia más libre, tolerante, creativa y con muchísimas más opciones.
Núnca he entendido la constante obsesión que tienen los humanos con segregar por sexo, raza, altura, peso, orientación sexual, etc.
Solo deben dejar de ser sexistas, racistas, superficiales y/o homófobos.
Es extremadamente fácil funcionar sin esa tendencia. Es cuestión de ver siempre personas, y nunca atribuir determinado comportamiento en base a cualesquiera de las características personales de cada uno.
No hay que confundir el sexo con el sexismo, y se hace a menúdo.
Vivimos en una sociedad en donde la diferencia entre el hombre y la mujer son muy marcados y todo esto influye en nuestra vida…En mi caso fui criada en una familia en donde no se hacía diferencias, pero en el colegio en muchas actividades se hacían diferencias..Siempre he pensado que tanto el hombre como la mujer son iguales y podemos hacer las mismas cosas.. En casa a mi hermano le enseñaron hacer las cosas, de tener ordenado, de limpiar y me parece que estuve muy bien
Ciertamente la mayoría, casi todas hemos sentido esta diferenciación, actitudes,estereotipos, y supuestas “aptitudes” atribuidas a uno u otro genero.
Personalmente, en la edad infantil y desde la educación recibida por suerte en mi casa, no he sufrido esta situación.
En mi caso, mis padres, concreta mente mi padre y abuela materna ha sido los responsables maximos de mi educacion;como ha de ser ya que la educación y principios hemos de recibirlos en casa y continuarlos y seguir esa linea el profesorado y demás personas que conforman nuestra educación.
Mi familia me han educado en base a la igualdad, es más yo no solo ayudaba a toreas de la casa sino que pasaba el mayor tiempo posible con mi padre en el ejercicio de su profesión, era ingeniero en electrónica y me encantaba ver y aprender como arreglaba todo tipo de electrodomesticos, TV,y creaba cosas en un plis plas, lo acompañaba siempre y él orgullosisimo de que le pidiera irme con él.
Me enseñaron, educaron y animaron siempre ya que siempre me inculcaron que todos somos PERSONAS, no HOMBRES NI MUJERES, nada hay que no pudiera yo hacer igual o mejor que un hombre. De hecho desde niña no solo me apuntaron a danza,Flamenco sino tambien a Idiomas, Informática, Kárate, defensa personal…
Pero desgraciadamente es cuando cursando los niveles universitarios empece a sufrir esa desgracia, y lacra porque lo es…
yo pienso que si porque yo por ejemplo cuando iba al cole y se hacian actividades,inconscientemente siempre me queria agrupar con niñas (porque era niña) o tambien los profes atribuir a niños actividades de niños y a niñas actividades de niñas
El hecho de marcar ya desde la infancia diferencias por ser niño o niña es una carga que pesará para el resto de sus vidas. La coeducación es una de las herramientas más importantes que tenemos y que podemos y debemos aplicar desde todos los ámbitos.
En mi opinión, este tema me indigna a diario. Yo llevo desde pequeña estudiando y la verdad es que en muchísimas ocasiones ha pasado cosas así, gracias a los profesores y profesoras que hemos tenido. Al igual que he tenido profesores y profesoras que nos han dado a elegir siempre el color de las cartulinas, rotuladores, folios, etc.
Pero lo que más me indigna es que de una clase de treinta personas, menos de tres personas defienden este tema… no sé si por temor a lo que le digan los demás o porque realmente les da igual. A estas alturas, que se supone que luchamos por nuestros derechos, tanto de las mujeres como de los hombres, deberíamos de ser más abiertos de mente y reconocer lo que ocurre.
A mi me gusta mucho el artículo de Alba, ojalá la mayoría del profesorado, alumnado y personas de todo el mundo se parara a pensar un poco todo esto, porque efectivamente esto viene desde que somos pequeños, con esos simples juguetes o colores para la ropa que nos unen por ser de un sexo u otro.
Luchemos por la igualdad entre hombres y mujeres, entre todos y poco a poco lo conseguiremos… o por lo menos eso espero.
Un saludo Alba, y gracias por abrirnos cada vez más nuestras mentes.
Personalmente, yo ahora estoy haciendo un modulo con 17 años que tengo, y en ningún momento de mi infancia he sufrido cosas así.
Cuando hacíamos trabajos nos daban a elegir el color de cartulina que quisiéramos.
Si nos disfrazábamos, nos disfrazábamos todos igual.
No creo que todo lo que usted haya puesto sea verdad, es mas posiblemente en apenas ningún centro se desarrollen esos acontecimientos que usted esta dando a entender que pasas siempre.
Y sobre que las chicas son biológicamente mas fuertes que los chicos, se lo acaba de inventar, si que maduran antes pero no son mas fuertes que los chicos “biológicamente”. Un saludo
Separar a niños, ya directamente, separar a un ser humano por su pelo, ojos o ropa se llama DISCRIMINACIÓN.
2018 y seguís sin saber como llevar una situación, si tanto te afecta haz algo y fomenta, pero de la forma correcta.
Veo que te dan poder y te me haces una Hitler ;) saludos crack
En pleno siglo XXI, en una escuela pública, he tenido que escuchar a una maestra decir en una reunión: “y que las mamas les prepare por la mañana los disfraces y los metan en la bolsa cuando traigan a los niños al cole”. Trato de educar a mi hijo en la igualdad de género, en la corresponsabilidad de los papas y mamas en las tareas domésticas, en el cuidado de hijos y de mayores, y después tengo que dejarlo con una docente que dice eso delante de mí, ¿qué no les dirá a ellos y ellas, cuando estén en clase?. Y lo peor es que es una chica joven. Y para colmo en la representación de fin de curso, a las niñas las tiran al suelo con un cubo y un trapo, para representar “Annie”, y a los niños los visten de boxeadores para representar Rocky, o de cazafantasmas. ¿Donde está la formación en igualdad de género de estos maestros?
Pero en qué mundo vives??
Estoy alucinando!!
Llevo más de 25 años en la escuela y no he visto nunca eso!!! Y he trabajado en Castilla la Mancha, Madrid y en el norte!!!
Siento q hayas vivido lo que cuentas pero me parece surrealista
Saludo especial
Te metiste en un tema conflictivo. Acuerdo con vos en muchas de tus ideas si bien reconozco la dificultad que podría generar en los padres reconocer que su hijo quiera vestirse de florcita para una obra de teatro. Si bien nos reconocemos muy democráticos y anti sexistas, no queremos en el fondo que nuestros chicos se identifiquen con otro sexo que no sea el biológico. Para pensarlo.
Mal. Esto no es cierto, existen marcadas diferencias de comportamiento entre los géneros, y se debe orientar y enseñar a reconocer sus exo a cada pequeño para evitar problemas de identidad en el futuro como la homosexualidad.
Me ha hecho pensar en que todo se resume en observar y respetar a las personas tal y cómo son. Con los niños por supuesto esto es especialmente cierto.
Muy buen artículo
Me gusta que plantees la posibilidad de que aún no se definan según sus geniales…
Hay tanto que reeducarse a una misma…
Cuando leo estos artículos me hago mejor madre y mejor profesional…Y sin duda mejor persona.
Gracias Alba
La consigna será educar a nuestro inconsciente perpetuamente,excelente articulo.
Como se menciona en la entrada “Nunca separaríamos a los niños por su raza, por su inteligencia o por su peso, ¿verdad que no? Y eso es porque pensamos que ello podría, obviamente, hacer que algunos de ellos se sintiesen menos valorados o despreciados”, lo mismo debe ocurrir con las diferencias de género, en la sociedad actual, no debemos permitir que se clasifique a las niñas de una manera y a los niños de otra, porque lo único que ocurrirá es que se reproduzcan las desigualdades que tanto ha costado (y está costando) combatir. Aunque estas clasificaciones, en muchas ocasiones, como se ha mencionado, se realizan de manera inconsciente, por lo que hay que trabajar y transmitir la lucha contra estas etiquetas. Por último quiero destacar que me ha gustado mucho que se mencionen alternativas a los errores que se suelen cometer en este asunto.
Es menester errar como padres, mas aun con errores surgen las ideas, para presentarlas en este proyecto, acertado es que no dejemos que nos gane la pereza de conformarnos con educar a nuestros hijos de manera estricta o con disciplina, hay que enfocarnos a que crezcan con igualdad de género…
Excelente las reflexiones que nos hace, para no seguir con los errores que no nos ayuda en nada a mejorar los aprendizajes, debemos empezar con los pequeños a cambiar.
Qué buen artículo, Alba.
“Si las disfrazamos a ellas siempre de ratitas presumidas y a ellos de gatos salvajes, lo que estamos diciéndoles es que las niñas tienen que ser monas, sumisas y débiles”. Tremendamente duro y verdadero.
Excelente las muestras de los errores que inconscientes realizamos, es que debemos ir desterrando los estereotipos de las mentes de las futuras generaciones, para un mundo mas equitativo.