El trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico y de comienzo en la etapa infantil que está caracterizado por conductas impulsivas, hiperactividad y dificultades para mantener la atención. Las personas con TDAH tienen un desequilibrio en los neurotransmisores dopamina y noradrenalina, además, hay ciertas áreas de su cerebro, como la corteza prefrontal o el cíngulo anterior, que se desarrollan más lentamente, por lo que se ven afectadas las funciones ejecutivas.
Desde que las investigaciones sobre TDAH han avanzado, la sociedad se ha topado con mitos con relación al trastorno. Estos mitos provocan que muchas personas con el mismo se enfrenten cada día a juicios y comentarios que provocan consecuencias graves: desde dejar de tomar la medicación hasta baja autoestima, ansiedad o depresión. En salud mental es fundamental sentirnos apoyados y el estigma que nos rodea provoca que ese apoyo necesario no esté presente, por lo que nuestra mejora es mucho más complicada.
Por ello, nos ha parecido importante ofreceros, junto con Tiching, información respecto al TDAH: cómo se diagnostica el TDAH, qué intervenciones se realizan y cómo podemos intervenir en el aula. También queremos concienciar sobre el trastorno y desmentir mitos a los que solemos enfrentarnos día a día.
No, el TDAH no es un trastorno nuevo.
Ni es nuevo ni está de moda. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad tiene historia y conviene que la conozcamos para empezar a trabajar esos mitos sociales en los que solemos caer.
En 1798 ya se describía el conjunto de sintomatología que hoy conocemos como TDAH en la obra de Sir Alexander Crichton “Una investigación sobre la naturaleza y el origen de la enajenación mental”, que denominaba lo que hoy entendemos como TDAH de subtipo inatento como “inquietud mental”. Desde entonces, esa sintomatología fue descrita en libros y estudios y su conceptualización y denominación fueron cambiando: desde Disfunción Cerebral Mínima en 1900, pasando por Síndrome Hipercinético en los años 50, y evolucionando hasta síndrome del niño hiperactivo a partir de los 60.
En los años 70, comenzamos a usar el concepto “trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad”, hasta que en 1994 comenzamos a usar el término tal y como lo conocemos hoy: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Diagnóstico del TDAH: más allá de una lista de síntomas.
Para el diagnóstico del Trastorno por Déficit de Atención e hiperactividad solemos tener en cuenta la sintomatología descrita en el DSM5, que incluye pérdida de objetos, dificultad para seguir y planificar acciones, interrupciones, impulsividad, necesidad de movimiento… entre otros. Sin embargo, el diagnóstico es mucho más que la lectura de una lista de síntomas: es un proceso por el cual pretendemos validar nuestra hipótesis (en este caso, que la persona tenga TDAH o no). Para ello, solemos realizar las siguientes pruebas:
- Revisión médica.
- Estudio del historial médico.
- Entrevista con el niño o niña.
- Entrevista con la familia donde recabamos información del día a día familiar. También se pueden usar herramientas de evaluación orientadas a los padres para que la recogida de información sea más exhaustiva, como la escala de Conners.
- Tests que nos permitan evaluar la sintomatología que presenta el niño o niña, como la escala Magallanes, el BASC o NEPSY.
- Estudio del historial escolar. Además, pueden recogerse información del centro educativo mediante entrevistas y, si es necesario, realizar tests con los profesores o maestros del centro.
- Cuando tenemos toda la información, realizamos un diagnóstico diferencial que nos permita tener claro si estamos ante TDAH u otro trastorno y para detectar comorbilidades en el caso en que sea necesario.
Al realizar el diagnóstico, hemos de especificar si el trastorno se da de forma leve, moderada o grave, así como especificar qué subtipo de TDAH hemos detectado: predominio inatento, impulsivo o TDAH de tipo combinado.
Es importante que la recogida de información y las conclusiones del diagnóstico sean lo más completas posibles para adaptar la intervención a las necesidades del niño o niña. Cuando intervenimos en salud mental no tenemos recetas únicas, es importante evaluar las necesidades a las que nos enfrentamos y saber aplicar las estrategias que tenemos para trabajar con cada persona. El diagnóstico, por tanto, se convierte en parte fundamental de la mejora de las personas con las que trabajamos.
La intervención multimodal, la más recomendada.
Una vez hecho el diagnóstico decidimos de qué forma vamos a intervenir en TDAH.
Cuando nos encontramos ante casos moderados y graves la intervención más eficaz según la comunidad científica es la multimodal. Es decir, intervención psicológica y farmacológica.
Es en la intervención cuando solemos toparnos con uno de los mitos más habituales con relación al TDAH, pero que también acompaña a otros trastornos en los que la medicación es importante. Hemos de comprender que, en salud mental, la medicación es una herramienta más. Nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida y, por supuesto, a estar más estables para poder implicarnos de manera totalmente activa en nuestro proceso de mejora.
En el caso de TDAH, la medicación recomendada actúa regulando los niveles de dopamina y noradrenalina, y nos permite rebajar la sintomatología del trastorno para poder realizar las actividades de la vida diaria de forma más normalizada mientras adquirimos estrategias para mejorar con la terapia cognitivo conductual que realizaremos en la intervención psicológica.
gracias
Buenas noches en mi país Colombia, el ministerio de educación nos habla de la inclusión de los alumnos con este diagnostico, sin embargo las instituciones y los docentes no nos preocupamos por educarnos y establecer metodologías convenientes para nuestros alumnos,por consiguiente todo solo esta en el papel,y los docentes de apoyo no mejoran estas condiciones para el alumno en el aula.
Hola, el año pasado tuve una experiencia con un niño diagnosticado con TDAH que trajo su diagnósticos realizados en diversos centros médicos acreditados. La dificultad es que la familia no recibió la orientación necesaria para acompañar el tratamiento y este desconocimiento llevó a que la dosis del medicamento que se le proporcionaba no era controlado ( a veces le daban, en otras solo una al día, en otras no y así). El padre del niño pidió la custodia y a pedido de la nueva escuela le hicieron nuevamente la evaluación y resultó que su dificultad era solo conductual. Comparto esta experiencia para que como docentes también tengamos cuidado con los diagnósticos que traen nuestros estudiantes.
Hola
Reconozco que mi conocimiento del TDAH es muy limitado y puedo haber caído en falsos mitos como que es un trastorno inventado. Por mi experiencia y creencias considero que aquellos niños o niñas que lo puedan padecer, al igual que otras dificultades del aprendizaje, necesitan de metodologías diferentes para dar respuesta a su forma de aprender. Tal vez hable desde la ignorancia pero no soy partidario de medicar a los niños y niñas, y mucho menos desde tan cortas edades. Una amiga mía fue diagnosticada con TDAH y medicada desde muy corta edad, en la actualidad es una drogodependiente de este tipo de fármacos y le es imposible dejar de tomarlos pues sufre los mismo síntomas que un drogadicto de heroína o cocaína. En mi humilde opinión la mejor solución para tratar a alumnos/as con esta diversidad en el aprendizaje es adaptar la metodología a sus necesidades y características. El sistema educativo no puede pretender que los niños permanezcan sentados y mucho menos querer que aprendan contenidos sin utilidad en su vida diaria y sin tener en cuenta sus inquietudes y motivaciones. Antes de medicar considero que deberíamos proporcionarle al niño o la niña técnicas que le empoderen.
Hola
Reconozco que mi conocimiento del TDAH es muy limitado y puedo haber caído en falsos mitos como que es un trastorno inventado. Por mi experiencia y creencias considero que aquellos niños o niñas que lo puedan padecer, al igual que otras dificultades del aprendizaje, necesitan de metodologías diferentes para dar respuesta a su forma de aprender. Tal vez hable desde la ignorancia pero no soy partidario de medicar a los niños y niñas, y mucho menos desde tan cortas edades. Una amiga mía fue diagnosticada con TDAH y medicada desde muy corta edad, en la actualidad es una drogodependiente de este tipo de fármacos y le es imposible dejar de tomarlos pues sufre los mismo síntomas que un drogadicto de heroína o cocaína. En mi humilde opinión la mejor solución para tratar a alumnos/as con esta diversidad en el aprendizaje es adaptar la metodología a sus necesidades y características. El sistema educativo no puede pretender que los niños permanezcan sentados y mucho menos querer que aprendan contenidos sin utilizada en su vida diaria y sin tener en cuenta sus inquietudes y motivaciones. Antes de medicar considero que deberíamos proporcionarle al niño o la niña técnicas que le empoderen.
Como futuro docente, me interesa mucho conocer las distintas herramientas para ayudar al diagnóstico de estas enfermedades.
Y como persona, siempre intento tratar a los que las padecen, con el máximo respeto y consideración, sin caer en generalizaciones ni en la reproducción de lugares comunes.
Como dice el texto, es clave para empezar a normalizar e integrar a estas personas en la sociedad, y en la escuela.