¿Qué es el bienestar emocional?
El bienestar emocional es una estado en el que se experimentan más emociones positivas que negativas. Las personas tendemos a sentir más emociones negativas que positivas porque para estar bien tenemos que tener recursos emocionales y tenemos que ser educados en hábitos saludables que nos acerquen al bienestar. Es decir, para estar bien tenemos que esforzarnos y para estar mal no. Por eso, el bienestar emocional es un estado que podemos llegar a alcanzar pero que para hacerlo tenemos que tomar ciertas decisiones. 

¿Qué debemos hacer para alcanzarlo?
Para alcanzar el bienestar emocional es necesario tener un buen descanso, una buena alimentación y hacer ejercicio. Estos son tres hábitos básicos que todos deberíamos tener muy presentes y de los cuales se construyen otros tipos de decisiones como por ejemplo qué tipo de conversaciones, relaciones o recursos emocionales tenemos. 
Hay dos frases que ejemplifican y marcan una diferencia muy clara: “Tú me haces feliz” o “Yo soy feliz contigo”. En la primera frase mi felicidad depende de la otra persona, en la segunda, el sentimiento depende de la persona que lo siente.

Durante el confinamiento por el Covid-19, ¿quién ha tenido una mejor actitud para afrontar la situación?
Durante este confinamiento, y de hecho hay un estudio que lo demuestra, se ha comprobado que las personas que contaban com más recursos emocionales son las que mejor han enfrentado la adversidad y han descubierto su capacidad resiliente.
Por eso el bienestar emocional no depende tanto de lo que pasa en el exterior, sino de qué lectura le das tú a lo que estás viviendo. No podemos decidir lo que nos pasa pero sí que podemos decidir cómo queremos sentirnos. 

Con el ritmo tan ajetreado que llevamos actualmente ¿Le dedicamos suficiente tiempo a gestionar y entender nuestras emociones? 
La gestión emocional no es una cuestión de tiempo. A mí me gusta diferenciar entre gestionar y controlar las emociones. Gestionar emociones consiste principalmente en construir tu bienestar emocional, tu felicidad. La felicidad no es algo que alcanzas sino que es algo que vas construyendo. Gestionar emociones tiene que ver con las decisiones que vas tomando al cabo del día para que tus condiciones físicas sean las óptimas para poder encajar cualquier estímulo. Por lo tanto, gestionar las emociones no es una cuestión de tiempo sino de las decisiones que tomas.

¿Nos podría decir 10 factores que deben trabajarse en la familia antes de los 10 años para un buen desarrollo emocional?
Se debe trabajar el apego seguro, sobre todo, en los tres primeros años. La parentalidad positiva para capacitar a los padres para llevar a cabo los buenos tratos durante la infancia en favor de un beneficio y un desarrollo emocional. El clima afectuoso, ya que el cerebro se alimenta de lo que se encuentra en el entorno. La cuarta sería la comunicación positiva. Hay cuatro estilos educativos: el autoritario, el permisivo, el asertivo y el sobreprotector. El asertivo es el que se tiene que trabajar porque no es natural sino aprendido.

¿Y el quinto?
El quinto y sexto aspecto a trabajar son el estilo de vida saludable y la gestión del estrés de los adultos, para encontrarse en mejores condiciones para canalizar lo que cualquier estímulo nos genera. Otra cuestión son las rutinas que te permiten establecer hábitos y que son la excusa perfecta para trabajar la autorregulación. Las normas familiares, escolares y sociales es otro factor que se debe trabajar porque, tanto las normas como los hábitos, sirven para entrenar la tolerancia a la frustración. Por último, es esencial trabajar la resiliencia familiar y las competencias emocionales.

¿Qué beneficios tiene trabajar todos estos factores?
Uno de los beneficios es el desarrollo del cerebro. El cerebro no termina de desarrollarse hasta los 24 años aproximadamente y para se produzca un desarrollo adecuado necesita nutrirse de las respuestas del entorno, respuesta autorreguladas, de buen trato… 
Otro beneficio son la mejora de las relaciones sociales, el poder expresar lo que sientes, el poder marcar un límite, poder decir que no quieres que te hagan algo, que no te ha gustado un comentario…
Desarrollar un buen manejo de las emociones es otro beneficio, así como la disminución del estrés o la mejora en los resultados académicos, ya que los jóvenes desarrollan una mayor capacidad para automotivarse, más capacidad para enfrentarse a la frustración…

¿Cómo se puede introducir la educación emocional en la escuela?
La educación se puede abordar de forma transversal o en asignaturas. Aquí hay un debate, pero en realidad la ciencia lo que nos dice es que necesitamos que se aborden de las dos maneras. De forma transversal, en cualquier asignatura, en cualquier relación, ya que la educación emocional tiene que ver con el trato humano, entonces no puede no ser transversal y no podemos concebir una escuela sin educación emocional. 

¿Y mediante una asignatura?
Solo tenemos una comunidad autónoma que tiene la asignatura de educación emocional que es Canarias. El resto de las autonomías no tenemos la asignatura pero tenemos otra que es la de valores. Si analizamos el currículum de la asignatura de valores hay mucho contenido que tiene que ver con la educación emocional y una persona bien formada en este ámbito podría valerse perfectamente para impartir esta asignatura y aprovecharla para trabajar la educación emocional. 

¿Cómo lo hacemos?
Carecemos de docentes motivados y cualificados para llevar a cabo una buena educación emocional. Ésta se tiene que enseñar desde la propia emoción, desde la propia gestión emocional, se necesita revisar cuál es la mirada hacia el menor o corregir a un alumno que no hace caso, cómo te diriges a uno que está desmotivado… Se han visto incoherencias como que un docente le pida a un niño que haga una ficha para escribir cómo se siente. Una emoción no se aprende a través de fichas, se aprende de forma sistemática y continuada a través de actividades vivenciales, de juegos… 

¿Dónde está el límite entre la educación emocional que tiene que trabajar la escuela y las familias?
No hay límites, cada uno tiene que trabajar los que pueda y hasta donde pueda y luego complementarse. La escuela puede trabajar más el contenido de la educación emocional y las familias gestionar los conflictos familiares que surgen del día a día de una forma emocionalmente competente.

¿Qué son las competencias parentales? 
Las competencias parentales o emocionales son esas estrategias que los padres practican a diario que al final las convierten en respuestas habituales que tienen que ver con los buenos tratos. Rafael Bisquerra propone cinco competencias emocionales: la conciencia emocional, la regulación emocional, la autonomía emocional, la competencia social y las competencias de bien y bienestar. Así pues, las competencias parentales consistiría en aplicar estas competencias emocionales en la relación parental.

Hace unos años impulsó el proyecto #EducarSinMiedo ¿En qué consiste?
Consiste en acercar la educación emocional y la parentalidad positiva, a través de las redes sociales, de forma muy sencilla, en clave de humor, mediante reflexiones, desmontando muchas de las frases que decimos o que nos han dicho y que no somos conscientes del impacto que generan en los demás. Es una forma de dar herramientas para cambiar y mejorar la comunicación familiar, la relación con los hijos.

¿Por qué se decidió hacer el proyecto mediante las redes sociales?
Al hacer mis formaciones presencialmente, sentía que mi impacto era muy limitado. Además, en muchas ocasiones he escuchado a Rafael Bisquerra decir que primero hay que sensibilizar, luego hay que formar y después pasar a la acción y eso me hizo reflexionar. Así que pensé que las redes sociales me permitirían sensibilizar a más gente, llegar a más personas. 

¿Es posible educar sin miedo?
Sí que es posible y depende de la capacidad de autorregularse, depende de la educación emocional, de las competencias emocionales que se tienen porque sino la tendencia es recurrir al miedo. 
Educar sin miedo es como la invitación a que las familias se planteen educar de una forma diferente, menos efectiva pero más afectiva porque la educación emocional es a largo plazo. Educar con miedo es muy efectivo porque activa la amígdala, que es la zona del cerebro donde se registran las emociones que nos ponen en tensión, en alerta… 

¿Qué pasa cuando la amígdala se activa?
Cuando la amígdala se activa, la persona se protege, con lo que a través de una amenaza o un grito estamos encendiendo la amígdala del niño o niña. A partir de entonces, el niño deja de ser un niño y lo conviertes en un robot porque hará todo lo que le pidas. Pero un niño sometido al adulto por el miedo que le genera, es un niño programado para someterse a cualquier persona que active su amígdala a lo largo de su vida. Por ejemplo, una pareja que le dice “si no vienes conmigo no te voy a querer”, se someterá para no perder el cariño de su pareja.
Educar con miedo es muy efectivo pero es programar al niño para que a lo largo de su vida se pueda someter a cualquier relación, cosa que no queremos.

¿Cómo afectan emocionalmente las etiquetas a los niños y niñas? 
Para empezar, una etiqueta es lo más injusto que hay porque es decirle al niño o a la niña que es lo que hace, y nadie somos lo que hacemos. Con las etiquetas distorsionamos el autoconocimiento y el autoconcepto del niño además de dañar su autoestima, porque interioriza el mensaje que se le está dando. Generalmente las etiquetas parten de emociones no reguladas y no conscientes del adulto, parten de sus propias frustraciones. En muchas ocasiones las etiquetas proyectan los fracasos o los miedos de los padres.

Cuando un alumno en el aula está teniendo una mala actitud, ¿qué debe hacer un docente para no provocar miedo en el alumno?
Detrás de una mala conducta hay una emoción no regulada. A veces quien peor se porta es quien más te necesita. Hay una frase que dice “quiéreme cuando menos lo merezca que será cuando más lo necesite”. 
Cuando un profesor tiene claro que ese alumno lo necesita, encontrará la manera de trabajar con sus propias emociones frente a ese alumno. Cuando el profesor es capaz de trabajar con las emociones de ese alumno o ser consciente de cómo él se siente, tiene que aplicar disciplina, tendrá que tomar una decisión.

¿Qué decisión sería la más adecuada?
El docente tomará esa decisión en función de cómo se siente delante de ese alumno, si le genera tensión, miedo, compasión, comprensión… Por ejemplo el docente podría enviarlo a dirección o adelantarlo a la primera mesa o verá que tiene la necesidad de salir del aula y le pedirá que le haga un favor para que se dé una vuelta y vuelva. La decisión que va a tomar el profesor va a depender, lógicamente, de cómo se sienta enfrente de ese alumno pero esto también va a depender de cuál es su mirada hacía él.

Rectificar cuando hemos actuado mal, ¿es una muestra de debilidad? ¿Nos quita autoridad y respeto?
Al contrario, recuperas esa autoridad. Enseñarle a un niño a pedir perdón está muy bien pero también tenemos que enseñar a que perdonen. En una restitución de vínculo tienen que darse las dos acciones para que el niño entienda que el trato que se le ha dado no es el que se ha querido dar.

Díganos tres prácticas que no pueden faltar en un aula para desarrollar una buena educación emocional.
La validación emocional, es decir, evitar decir “no pasa nada”, “no llores por tonterías”.
Otra sería no obligar a hacer cosas éticamente correctas antes de que el niño las haya aprendido. Por ejemplo: no tienes que obligar a un niño a compartir porque es un valor social sino que el niño cuando desarrolle la empatía es algo que le va a nacer. Eso no quiere decir que no le preparemos para desarrollar esa empatía y después él aprenda a compartir. Es decir, tenemos que hacer que el aprendizaje surja de forma natural asentando ciertas bases. Pero el “no obligar” es súper importante para que el aprendizaje surja.
Y otra práctica fundamental es la expresión emocional, que las personas acostumbren a decir cómo se sienten o lo que sienten.
Estas prácticas no pueden faltar en un aula porque cuando se practican diariamente, se genera un clima afectuoso, se genera un respeto en las relaciones, diálogos que nos invitan a tener en cuenta a los demás, etc.


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Tiching

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