¿Qué le llevó a escribir e investigar sobre la relación de los niños con la naturaleza?
Todo empezó a finales de la década de los 80 cuando investigaba para el libro en el que trabajaba entonces. Tras realizar casi 3.000 entrevistas a familias estadounidenses concluí que existía un gran distanciamiento entre los jóvenes y el mundo natural. También me empujó a investigar y escribir acerca de este tema las preguntas que me hacían mis hijos sobre los cambios que ellos mismos habían experimentado, en relación con la naturaleza.
¿A qué se debe el actual desapego de los niños con el medio natural?
El distanciamiento con la naturaleza empezó con la vida moderna, la urbanización, la agricultura, la Revolución Industrial… y se ha incrementado con los cambios sociales y tecnológicos de las últimas tres décadas. Factores como el diseño deficiente de las ciudades, el miedo a lo extraño y la criminalización del juego y, por supuesto, la tecnología, han llevado a nuestra sociedad a dejar de considerar la naturaleza como un espacio de enriquecimiento.
¿Por qué es tan importante para los niños la naturaleza?
Dedicar tiempo al mundo natural puede potenciar su confianza y, en casos de niñas y niños afectados por un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, reducir sus síntomas. Además, hay indicios de que los espacios de juego naturales pueden disminuir la obesidad infantil y el sobrepeso, además de ofrecer otros beneficios psicológicos y físicos.
Usted acuñó el término “trastorno por déficit de naturaleza”. ¿A qué se refiere?
El “trastorno por déficit de naturaleza”, como he definido en “Los últimos niños en el bosque”, no es un diagnóstico médico, sino un término útil, una metáfora, para describir los efectos derivados de la pérdida de contacto con la naturaleza.
¿Cuáles son sus consecuencias?
Surgen problemas relacionados con la salud, el aprendizaje y la autoestima personal. Me refiero principalmente al desuso de los sentidos, las dificultades de atención y el aumento de la tasa de enfermedades físicas y emocionales, tales como la miopía, la deficiencia de vitamina D, la soledad crónica…
Ha mencionado a los niños y niñas afectados por el TDAH ¿puede profundizar sobre los beneficios que les aporta la naturaleza?
El Laboratorio de Investigación de medio ambiente Humano de la Universidad de Illinois descubrió que los espacios verdes fomentan el juego creativo, mejoran la interacción positiva de los niños con los adultos y alivian los síntomas de los Trastornos por Déficit de Atención. Una de las conclusiones de su estudio fue que: “Las actividades en la naturaleza permiten a los niños con estas patologías una mayor concentración”.
¿Es compatible la continua exposición a la tecnología con fomentar un mayor apego de los niños por la naturaleza?
La tecnología nos ofrece muchas ventajas, pero su excesiva exposición puede afectar a la capacidad de atención, la productividad y la creatividad. Considero que el antídoto más eficaz contra los inconvenientes de la era digital es el “ayuno tecnológico”. Es decir, dedicar unas horas al día a la naturaleza sin dispositivos electrónicos, con el objetivo de potenciar la conexión con el mundo real.
En su libro “Los últimos niños en el bosque” define tres fronteras que marcan la relación que ha tenido a lo largo del tiempo el ser humano con la naturaleza, ¿nos podría hablar sobre ellas?
La reducción continuada del terreno libre y la colonización hacia el oeste de los estadounidenses blancos marcó la primera frontera. La segunda, se definió por el concepto romántico de naturaleza, donde los espacios abiertos eran un lugar de recreación y disfrute. En cambio, la frontera actual se caracteriza por la desconexión con la naturaleza, lo que está influyendo en cómo la generación actual y las posteriores, percibirán la naturaleza.
¿Y cuál es la cuarta frontera?
He tratado de ofrecer una visión de futuro que llevará a la población a una comunión directa y diaria con la naturaleza. Se crearán ciudades ricas en espacios verdes y cambiará el equilibrio entre la naturaleza y la tecnología. El futuro pertenecerá a aquellos que desarrollen una comprensión más profunda del poder transformador del mundo natural y hagan balance de lo virtual con lo real.
En más de una ocasión habla sobre la criminalización del juego natural, ¿a qué se refiere?
Desde hace décadas se asocia, consciente o inconscientemente, la naturaleza con la fatalidad. Esta idea es compartida por escuelas, familias, e incluso por organizaciones que realizan actividades al aire libre. Actualmente, gran parte de las comunidades de vecinos desalientan o prohíben el juego al aire libre. Además, los medios de comunicación también influyen en esta criminalización, dando una gran cobertura a acontecimientos trágicos como secuestros de menores, lo cual condiciona a los padres a la hora de permitir que sus hijos puedan jugar al aire libre.
¿Cómo pueden las escuelas conectar a los niños y niñas con la naturaleza?
Existen muchas escuelas que van en dirección opuesta, ya que fomentan una mayor inmersión en la tecnología y la devaluación del juego natural. Sin embargo, hay una tendencia creciente hacia los jardines escolares, las áreas de juego naturales, las clases al aire libre y el uso de la naturaleza como un lugar de aprendizaje. Se están viviendo cambios, pero todavía es necesaria una transformación cultural profunda que requiere del apoyo de las familias, los políticos y las comunidades, en general.
Usted apunta a la octava inteligencia múltiple descrita por Gardner que tiene que ver con la Naturalidad. ¿Cómo podemos potenciar el desarrollo de esta inteligencia en las escuelas?
Ofreciendo a los niños la posibilidad de tener contacto directo con la naturaleza, fomentar que puedan mojarse los pies y ensuciarse las manos. Las experiencias en el mundo natural deberían ser una prioridad en el aprendizaje, pues como he venido apuntando, tienen grandes ventajas.
¿Considera que el creciente interés por la sostenibilidad ambiental puede ser sinónimo de una reconexión con la naturaleza?
Se está generando algo muy esperanzador, un movimiento que incluye la naturaleza, pero que va más allá del ambientalismo y la sostenibilidad tradicionales: una visión alternativa de futuro. Ante una población que imagina un futuro al estilo “Blade Runner” o “Mad Max” -una distopía post-apocalíptica despojada de toda naturaleza- se debe reiniciar en el ecologismo y la sostenibilidad para evolucionar hacia un nuevo movimiento natural.
Entre los 100 consejos que apunta en el último capítulo del libro “Los últimos niños del bosque”, ¿cuál considera que es el fundamental?
Cualquiera de las 100 ideas, así como otros tipos de experiencias en el medio natural, ofrecen beneficios para el bienestar mental y físico, pero la calidad de estas experiencias depende de lo directas que sean con la naturaleza. Considero fundamental hacer del tiempo al aire libre un acto consciente por parte de los padres, lo cual supone a día de hoy un gran desafío, ya que requiere programar un tiempo específico para estas actividades.
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