¿Cómo definiría los pilares básicos de Escuela Nueva?
El primer pilar es la flexibilidad, que tiene en cuenta los diferentes ritmos de aprendizaje de cada alumno y nos lleva a trabajar por una educación más personalizada. Otro pilar que rige nuestro sistema es el aprendizaje cooperativo, es decir, los alumnos aprenden construyendo conocimiento en equipo, lo que les obliga a participar activamente de todo lo que ocurre en su día a día. Además, este pilar nos hace replantear el rol del profesor. Pasamos de tener docentes que transmiten conocimiento a convertirse en orientadores, facilitadores. Por último, para que todo funcione correctamente es muy importante para nosotros establecer una fuerte relación entre escuela, familia y comunidad.
¿Qué la llevó a impulsar hace casi 40 años Escuela Nueva?
Suelo decir que la necesidad es la madre de la innovación. Por aquel entonces, Colombia, como sucedía en casi toda América Latina, no garantizaba el acceso, y menos aún la calidad, de la educación básica a los estudiantes más vulnerables del país. Para nosotros el reto era universalizar la Primaria, era nuestra primera motivación. La segunda era elevar la calidad del sistema educativo.
¿Cuál era el principal obstáculo?
Detectamos que lo que no permitía universalizar la Primaria en el país eran las escuelas rurales, que eran y siguen siendo muchas. Debido a la poca densidad de población de cada núcleo rural, no se necesita un profesor para cada curso, si no que un solo docente atiende a niños y niñas de distintas edades en una misma aula. Se llaman escuelas multigrado. En este contexto no tiene ningún sentido que el docente dicte conocimiento porque no todos los alumnos tienen la misma necesidad ni capacidad de aprender. Esta realidad nos obligó a cuestionar el modelo de educación hasta entonces vigente y repensarlo.
¿Y qué conclusiones obtuvieron?
Teníamos muy claro que debíamos buscar estrategias viables a distintos niveles. Nuestras propuestas debían ser muy concretas y operativas, instrumentos que ayudaran a aterrizar la filosofía que impulsamos. Así buscamos estrategias que fueran viables técnicamente, y que cualquier docente sin tener un doctorado pudiera obtener resultados en medio de la selva. Aquí en Colombia los sindicatos son muy fuertes, por lo que también debían ser estrategias que dieran respuestas políticas. Y sobre todo: debían ser estrategias replicables y escalables. Si proponíamos una intervención compleja y sofisticada era imposible de replicar.
Cuando Escuela Nueva pasa en 1987 del mundo rural a la urbe, la ratio de alumnos aumenta. ¿Cómo se lleva a cabo este proceso?
La necesidad vital era universalizar la educación y mejorar la calidad en la Colombia rural, pero efectivamente cuando lo hicimos y se obtuvieron resultados tan importantes, nos planteamos la posibilidad de replicar en las zonas urbanas. No solo alcanzamos mejoras en disciplinas como matemáticas o lenguas, sino también a nivel socioemocional: mejoramos la autoestima de nuestros alumnos, asumieron el trabajo cooperativo como prioritario y mejoraron sus comportamientos democráticos. Si se ha podido hacer esto en lo rural, ¿por qué no en lo urbano?
¿Y cómo fue la adaptación?
Escuela Nueva era y es una buena pedagogía. En la ciudad, las clases son monogrados, por lo que los maestros no tenían los mismos retos que los de las zonas rurales. Decidimos cambiar el nombre y trabajamos bajo la etiqueta de Escuela Urbana Activa y demostrar que podíamos aplicar los mismos principios y las mismas estrategias, con la diferencia que el contexto es urbano y el énfasis lo hacíamos en la mejora de la calidad. Entendemos por calidad los logros académicos y también los logros socioemocionales. Otra diferencia es que en la ciudad nos fuimos expandiendo de acuerdo a la demanda, pero en lo rural sí se convirtió en política pública.
¿Cuáles son las motivaciones de los niños y las niñas en los entornos rurales? ¿Cómo consiguieron hacer disminuir el absentismo escolar?
Al cambiar la manera de aprender, los niños se sienten más motivados porque participan activamente. Mejoramos su autoestima y encuentran en la escuela un espacio de paz y tranquilidad que en su hogar no tienen. Para los niños la metodología de Escuela Nueva es muy participativa: tienen sus gobiernos de niños, sus comités, muchos se sienten personitas, están más contentos y satisfechos consigo mismos. El ambiente escolar es mucho más amable y positivo. Muchos niños no querían marchar de la escuela.
¿Hay diferencias entre la relación de la escuela con las familias de centros urbanos y las familias de entorno rural?
Sí. La metodología de Escuela Nueva promueve que todo lo que el niño aprende lo ponga en práctica en su entorno, con su familia. Se implican en la vida familiar aplicando el conocimiento útil que han adquirido en la escuela. Se convierten en agentes de cambio. En las zonas rurales este papel del niño es muy apreciado y vital. Para los padres de estas familias es una motivación interesante participar en la vida escolar, porque ven que hay un cambio y que esa escuela se está proyectando a la comunidad. Notamos una afectividad mayor de los padres. En las zonas urbanas, en cambio, el padre no tiene tiempo, sólo para ir a las reuniones rápidas con el docente. Es más difícil que participen de forma activa en el proceso de aprendizaje de sus hijos. También hay muchas diferencia entre los maestros.
¿En qué sentido?
En las zonas rurales, el maestro necesita a la comunidad. En cambio, en la zona urbana está pendiente del reloj para ver a qué hora terminan las clases para ir a hacer sus recados.
¿Por qué cree que los pilares de Escuela Nueva que usted impulsó hace casi 40 años se replican ahora en tantos lugares del mundo?
Es irónico, pero al mismo tiempo nos reafirman que nuestros principios son principios de buena pedagogía. Los principios no son nuevos. Tampoco lo eran cuando nosotros los impulsamos. ¡Lo nuevo fue ponerlos en práctica!
Un proyecto que lo cambió todo…
En Escuela Nueva sí hicimos algo muy importante que fue concretar las estrategias que íbamos a aplicar. Por ejemplo: todo el mundo habla de educación personalizada pero, ¿cómo se hace? ¿Cómo personalizas la educación de veintitantos niños por aula? Todos hablan del nuevo rol del docente, pero el maestro sigue hablando todo el tiempo. Nuestras propuestas son operativas, los docentes que se integran no quieren abandonar esta pedagogía porque sienten que es una ayuda, que tienen instrumentos, estrategias…. Si no, todo se va en pura filosofía.
¿Cuáles cree que son las habilidades indispensables para ser un buen docente?
Un buen docente debe tener habilidades emocionales: empatía, sensibilidad de dar afecto, de preocuparse por sus alumnos. Nosotros trabajamos con nuestros maestros para que saquen de ellos mismos sus mejores dotes de empatía, de orientación, de liderazgo. Obviamente debe conocer el contenido que va a impartir, pero creo que la dimensión humana y las habilidades socioemocionales son indispensables.
¿Ustedes integran las TIC en su día a día?
Nosotros incorporamos a nuestras guías recursos virtuales complementarios. Es decir, hay lo impreso y lo virtual. Pero en las zonas rurales no hay conectividad así que ¡no las usan! Hay una limitación tecnológica, pero no solo eso. Tenemos muy claro que introducir medidas tecnológicas sin cambiar el modelo pedagógico no sirve de nada. Voy a citar a Luis Osin, que hace años señaló que “introducir computadoras en el aula sin cambiar el modelo pedagógico es perpetuar a un costo más alto una técnica tradicional”. La tecnología puede ayudar, pero si no cambias a fondo el método, no obtendrás resultados diferentes. Así que sí, las hemos introducido, pero no son la panacea.
¿Cuáles considera que son los principales retos educativos actualmente?
Ahora en Colombia estamos inmersos en el proceso de Paz. Las zonas rurales ahora mismo son una prioridad, ya que los acuerdos del proceso tienen mucho que ver con estas zonas. Nosotros tenemos evaluaciones muy sólidas que demuestran que Escuela Nueva ha influido en la convivencia pacífica de los niños, como publicó la Universidad de Londres. Existe una íntima relación entre la pedagogía y la construcción de la ciudadanía y de esta forma se demuestra la importancia de un método pedagógico que contribuye a la paz y a la convivencia.
Otro reto son los jóvenes desempleados que no tienen futuro. Ahí estamos llevando la Escuela Nueva al nivel de la Secundaria.
Me quedo con la idea de que cada alumno es diferente y tiene que aprender a su ritmo. Los docentes debemos entender que esto es fundamental para el desarrollo, no sólo intelectual, sino también emocional de los niñ@s.
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Buena entrevista.la escuela nueva hoy esta mas vigente que nunca y es un modelo exportable