Cuántas veces el docente debe afrontar situaciones en las que los niños solo quieren jugar, entretenerse, pasarlo bien… en otras palabras, se interesan por cualquier cosa distinta a lo académico. Esto conduce a que se les considere como estudiantes con problemas de aprendizaje. ¿Será este un buen diagnóstico? ¿O quizás es que en realidad aún no están preparados ni han alcanzado las habilidades necesarias para desarrollar este aprendizaje?

La lectura y la escritura, después del lenguaje oral, constituyen el acto influyente en el desarrollo intelectual y cognitivo mediante el cual los seres humanos se comunican y transfieren información. Aprender a leer y escribir tiene su momento. Es un proceso, y como tal así lo requiere. Adelantarlo no sólo no ayudaría, sino que podría ser contraproducente por el hecho de carecer de las habilidades cognitivas, además de las destrezas orales indispensables para estos efectos.

Algunos especialistas expresan la necesidad de estimular el lenguaje oral en los niños como circunstancia de comunicación, lograr ciertas destrezas en su psicomotricidad como facultad que les permita desempeñarse con éxito en cualquier entorno, y desarrollar sus habilidades cognitivas para que faciliten el conocimiento, antes de construir sobre estos cimientos. Enfatizan en despertar su curiosidad y desarrollar su creatividad, sin necesidad de forzarles, pues de lo contrario se podrían desmotivar y llegar a la frustración.

La educación preescolar es fundamental e importante para los niños, no solo porque es la etapa en la que se sientan las bases necesarias para el desarrollo integral de un proceso de formación que marcará el resto de sus vidas, sino porque es el espacio-momento en el que van adquiriendo y desarrollando ciertas capacidades, a través de la socialización con sus padres y el entorno.

Entre los 3 y los 5 años, el lenguaje infantil experimenta un gran desarrollo que permite a los niños indagar, expresar dudas y sentimientos. Es la etapa en la que todo se quiere saber, caracterizada además por la exploración, el  juego, la curiosidad, la creatividad y el descubrimiento. El ritmo de desarrollo infantil es diferente en cada uno de los niños: algunos necesitarán más tiempo para lograr ciertas capacidades cognitivas, otros en cambio podrán tener mayor curiosidad y facilidad desde muy temprana edad, pero no siempre podría dar resultados significativos, ya que no es lo habitual.

Pero, ¿qué deben hacer los niños en edad infantil, además de ser niños? El papel de los alumnos y alumnas de preescolar se limita a interactuar, comunicarse, compartir, jugar y disfrutar; a aprender a ser personas, y para ello no se necesita saber leer ni escribir. De hecho, no les interesa, no es el momento. Así que ¿cuál es la prisa? ¿No deberían jugar, desarrollar habilidades sociales o aprender a comunicarse antes de?

En dos estudios realizados, uno por la  Universidad de Cambridge y otro por Usha Goswami, se critican los métodos de leer y escribir por ser contraproducentes en el aprendizaje temprano, ya que los niños aún no están preparados ni han alcanzado las habilidades necesarias para poder realizar este aprendizaje. De acuerdo con los expertos al acelerar un proceso que requiere tiempo, podría terminar en desmotivación, pérdida de interés y baja autoestima, ya que de hecho, no solo se acelera un proceso bajo presión, sino que se niega la oportunidad de utilizar un tiempo preciado para el desarrollo de destrezas, para las cuales sí están capacitados. Y esta presión, de acuerdo con Francisco Mora, desmotiva, y si no hay motivación, difícilmente puede haber un aprendizaje significativo.

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