Cuando hablamos de aprendizaje entre iguales, ¿a qué nos referimos?
El concepto iguales proviene del derecho y nos llega a través de la sociología de la educación, y significa “personas que ocupan un estatus similar”. Cuando hablamos de aprendizaje entre iguales nos referimos a realidades diversas. Generalmente nos referimos a relaciones entre alumnos a través de tutoría entre iguales o aprendizaje cooperativo. Los alumnos pueden enseñar y aprender los unos de los otros. 
Pero también nos podemos referir a relaciones entre maestros, donde ninguno de ellos actúa como maestro profesional del otro pero que colaborando pueden aprender los unos de los otros. Finalmente, también podríamos entender de forma muy amplia la relación entre escuelas y las posibilidades de interactuar entre ellas y enriquecerse. 

¿Qué ventajas tiene el aprendizaje cooperativo?
Johnson y Johnson que han trabajado de forma infatigable en la investigación del aprendizaje cooperativo dicen, a menudo, que este es uno de los tópicos más estudiados en psicología de la educación. Y que cuenta con un montón de evidencias sobre su eficacia. 
Yo destacaría cuatro elementos clave del aprendizaje cooperativo. En primer lugar, hay que destacar que es una metodología para la diversidad, está pensada para la inclusión, porque no solo reconoce que los alumnos son diferentes sino que saca un provecho pedagógico de estas diferencias. 

¿A qué tipo de diferencias se refiere?
A las que presentan de forma natural los alumnos, pero también a diferencias referidas a las habilidades y a los conocimientos. Esto es importante tenerlo en cuenta. 

¿Qué otro elemento destacaría?
Como decía, en segundo lugar, creo que es una metodología que permite que los alumnos desarrollen habilidades sociales complejas que solo se despliegan cuando trabajamos con otras personas. En tercer lugar, creo que la capacidad de cooperar es una competencia clave para la sociedad en la que vivimos y hacia la que nos dirigimos. DeSeCo, la entidad que trabaja para la OCDE para definir las competencias clave para el siglo XXI, seleccionó la cooperación, la autonomía y el uso de determinadas herramientas como el lenguaje o las matemáticas. 

¿Y por último?
¡Es un motor para el aprendizaje! Sabemos que a partir de la interacción con otros podemos aprender. Ya nos lo decía Piaget, todo lo que sería el conflicto sociocognitivo, el conflicto entre lo que uno sabe y lo que nos aportan los otros. Pero además, a partir de la teoría sociocultural de Vigotsky, aprendemos cuando trabajamos con alguien que sabe un poco más que nosotros. Este papel de mediador, evidentemente, lo puede hacer uno de nuestros compañeros que sabe un poco más o que tiene un poco más de habilidad. 

¿Qué herramientas adquieren los alumnos que no adquirirían aprendiendo de forma individual?
Tiene que ver sobre todo con sus habilidades sociales que comentábamos antes y que solo de desarrollan cuando aprendemos con otros. Por ejemplo, la escucha activa. Difícilmente un alumno desarrolla la escucha activa si no le damos oportunidades de poder trabajar con otros. 
En un tipo de situaciones en las que tenga que poner mucha atención a aquello que le dicen los compañeros. La empatía, la comunicación de conocimientos y habilidades, la capacidad de llegar a acuerdos, son habilidades sociales que llamamos complejas y que solo se pueden adquirir así. 

¿Y a nivel cognitivo?
Hay otras habilidades de carácter metacognitivo, efectivamente, que tienen que ver con la regulación del aprendizaje y la evaluación a uno mismo y a los compañeros. Tiene mucha importancia desde la perspectiva metacognitiva: el hecho de pensar sobre aquello que haces y de aprender sobre aquello que has aprendido. 

El aprendizaje cooperativo no es lo mismo que trabajar en grupo. ¿Nos puede explicar las diferencias?
Evidentemente, no es lo mismo trabajar en grupo, que sería con un nombre limitado de personas trabajando juntas para alcanzar un objetivo, que el aprendizaje cooperativo. Cuando simplemente pones alumnos a trabajar juntos lo que acostumbra a pasar, tal y como ya dijo Johnson y Johnson se produce una disipación de responsabilidades que los maestros conocemos muy bien: unos pocos alumnos se encargan de muchas cosas y otros que hacen poco o nada. Esto es muy propio de contextos como las escuelas en las que los alumnos aún están desarrollando estas habilidades. 

¿Y cómo se resuelve esto?
Para poder convertir al grupo en un equipo es necesario que ayudemos a los miembros de éste a construir la interacción. Pero la interacción en forma de responsabilidades, en forma de roles. Es similar a lo que pasa con los deportes. Imaginémonos que un entrenador de fútbol pone a todos sus jugadores en el campo y les pide que marquen gol. 
Lo que hace el entrenador es estructurar la interacción en forma de funciones, de forma que tengan claro que el éxito o el fracaso no será individual, si no que será de equipo. 
Lo que llamamos interdependencia positiva: cada miembro de un equipo tiene una función imprescindible para que el equipo consiga el éxito. Esto es lo que hace falta que hagamos los maestros, convertir al grupo en equipo para que alcancen los éxitos que se propongan. 

¿Qué herramientas propondría a los maestros que quieren cambiar su forma habitual de trabajar para hacerlo posible de forma cooperativa?
Precisamente esto, el conocimiento de las diferentes “estructuras”, que es como hemos llamado a las diferentes organizaciones de la interacción para convertir a los grupos en equipos y que de esta forma aparezca la cooperación. Estas estructuras las podemos dividir en dos grupos. Por un lado los métodos de trabajo cooperativo que son diseños didácticos, complejos, que generan alguna formación previa del alumnado y del profesorado para utilizarlo. Tienen el interés que el profesor ponga en juego su conocimiento para hacer los ajustes necesarios. 

¿Por ejemplo?
Tenemos el método del puzzle, donde cada miembro se hace experto en una parte del conocimiento que el resto de equipo no tiene, o por ejemplo el conocimiento recíproco, que pasa por leer un texto complejo que posiblemente de forma individual no entenderían pero cuando todos asumen un rol que corresponde a una función cognitiva necesaria para alcanzar el éxito y entender el texto.

¿Y el otro grupo?
El otro grupo que hemos definido es el de las estructuras simples, las técnicas de aprendizaje cooperativo. Hay muchos autores se han dedicado a recoger estas técnicas y a trabajarlas, porque de hecho el profesorado crea muchas herramientas de estas, porque es muy creativo. Son formas simples que se pueden aplicar tal cual y que permiten que los alumnos puedan tener unos instantes, unos minutos de cooperación. 

¿Nos puede poner un ejemplo?
Claro. Imaginemos que un profesor está dando una explicación en el aula y de repente para y formula una pregunta que debe ser resuelta por parejas o por pequeños grupos. Son estructuras simples que pueden ser muy útiles para introducir el aprendizaje cooperativo. Lo importante es que los docentes conozcamos algunas de estas estructuras y técnicas para utilizarlas de forma ajustada a nuestros contextos. 

¿Conoce alguna buena práctica destacada sobre el aprendizaje cooperativo?
Las prácticas tienen que ver con el uso estratégico, que los docentes conozcan estas estructuras y las puedan ajustar a sus necesidades. Nadie mejor que los maestros conocen las necesidades de sus alumnos y los objetivos que quieren plantear. Utilizar estas técnicas debe ser algo creativo, pero estructurado y útil combinarlas entre sí. Nosotros como grupo de investigación hemos desarrollado diferentes programas basados en la tutoría entre iguales. Esta forma que comentábamos antes que un alumno aprende tutorizado por otro compañero. 

¿Cómo son estos programas?
Estos materiales se basan en datos empíricos que hemos recogido sobre el aprendizaje cooperativo. Los hemos basado y dirigido a alcanzar competencias básicas en el contexto escolar. Por poner algún ejemplo, podemos hablar del programa Leer en pareja que fomenta la fluidez y la comprensión lectora; Reading in pairs, para el aprendizaje del inglés como segunda lengua; Razonar en pareja, que busca que los alumnos desarrollen la competencia cooperativa de resolución de problemas de la vida cotidiana. En nuestra web se encuentran todos lo materiales en abierto. 

¿El aprendizaje cooperativo sólo es válido para alumnos?
En absoluto. De hecho cada vez hay más centros que entienden que la tarea del maestro no es un trabajo en solitario sino que hay que hacerlo, como en otros àmbitos, en colaboración con los colegas. La colaboración docente es una buena forma de aprender los unos de los otros, reflexionar, poder hacerlo a través del conocimiento publicado, etc.. Elaborar de forma conjunta propuestas de mejora, llevarlas a la práctica y evaluarlas es una muy buena práctica. 

¿Existe algún otro tipo de colaboración entre docentes?
Sí, hay otra práctica de colaboración docente más directa y es la docencia compartida. Que haya dos docentes en el aula es una forma de trabajar que favorece mucho la atención que reciben los alumnos, la diversidad de necesidades, pero también un buen instrumento para aprender entre profesores. Tenemos oportunidades de planificar y evaluar de forma conjunta. 

Antes apuntaba un tercer estadio de cooperación entre centros. 
Sí, también podemos entender que la colaboración entre centros, cuando se tiene el objetivo de aprender los unos de los otros y enriquecernos, puede ser una buena manera de aprendizaje entre colectivos de diferentes escuelas. Como ejemplo, en Cataluña existe la Red de Competencias Básicas, o las Redes de Aprendizaje entre Iguales.


Si te ha gustado la entrevista a David Duran, no te pierdas la de Robert Slavin: “La cooperación es la mejor garantía para obtener el éxito en este mundo competitivo”.

Acerca del autor

Tiching

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