¿Dónde comienza la Educación Emocional?

Antonio Esquivias

Desde hace más de 30 años me dedico a comprender nuestras emociones como centro de nuestra sensibilidad como personas. Promotor desde hace 15 años de la EDUCACIÓN EMOCIONAL en la escuela, he sido el director del primer postgrado en España sobre Inteligencia Emocional.

Hasta hace relativamente pocos años, emociones y sentimientos han sido consideradas como no científicas, como algo estrictamente personal y, por tanto, estaban relegadas al mundo de lo personal, de lo privado. Mundo personal de los sentimientos y mundo público eran opacos uno para el otro. Aún hoy en el trabajo entra muchas veces solo lo objetivo, y los sentimientos son lo subjetivo. «Los sentimientos se dejan en la puerta por la parte de fuera, aquí se viene a trabajar y a rendir», frase muy habitual que aún no ha desaparecido de los ambientes laborales y profesionales.

Varios acontecimientos han hecho cambiar la primacía total de lo “objetivo”. Primero en la ciencia, el escáner, el TAC (Tomografía Axial Computarizada), ya en los años 70, permitió ver en el cerebro las emociones y si es enfado o miedo. Desde entonces innumerables estudios y otros descubrimientos, han ido permitiendo a las emociones entrar en el terreno científico. Pero la verdadera revolución se produce en la cultura. La cultura dominante hasta quizá los años 60, privilegiaba la política y la vida pública, lo objetivo, el progreso industrial y tecnológico, el poder, una cultura básicamente masculina en todas las esferas.Educación emocional | TichingLa misma falta de humanidad de esa cultura es el revulsivo para hacer aflorar que lo importante son las personas concretas y su vida, la ecología del planeta en que vivimos, que es necesario dar peso a la mujer y lo femenino. De pronto emociones y sentimientos, que estaban relegados y vilipendiados, se encuentran en el centro de ese cambio, ya que emociones y sentimientos son lo que nos hacen singulares, únicos, la persona tan especial que somos.

Todo este inmenso cambio cultural afecta de lleno a la educación, porque trabaja con personas. Acercarse al alumno, a sus necesidades concretas, dejar de tratar en masa, necesita que los profesores sean capaces de reconocer y gestionar las emociones de sus alumnos, necesita en los docentes sensibilidad por las emociones. Esa es la Educación Emocional que va entrando en las aulas. La educación gira desde estar centrada en la enseñanza a focalizar el aprendizaje, del profesor como portador y transmisor del conocimiento a guía y potenciador de la motivación de las personas. El cambio es imparable, cada vez hay más sensibilidad para emociones y sentimientos, para entender a la persona detrás del alumno, para fomentar la motivación, gestionar el conflicto, incrementar la autoestima. Detrás de cada fracaso escolar hay una autoestima lesionada… y los docentes, profesores, maestros, muchos desde su iniciativa personal, buscan gestionar todos esos elementos.

La primera dificultad es que en la formación de maestros y profesores hay una gran carencia con respecto a emociones, sentimientos, autoestima, liderazgo, empatía, etc. El segundo obstáculo es que las escuelas son instituciones cuyos modos de hacer hunden sus raíces en otras épocas y hay que luchar contra el sistema cuando se quiere implementar a fondo la Educación Emocional, en realidad cuando se quieren introducir cambios profundos. El tercer elemento es el más importante, en realidad el central. Si emociones y sentimientos son la clave, la persona se convierte en el centro y… ¿qué sucede con la persona del docente? ¿Puedo interesarme en emociones y sentimientos de los demás sin interesarme por los míos? Aún más, ¿puedo gestionar emociones de los otros sin saber personalmente cómo me siento?

En este punto todo el sistema se bloquea. ¡Los docentes son profesionales, las emociones son privadas! ¡No debemos meter las propias emociones en el aula! El que lo hace, el que implica la propia persona en el aula, entra en un desgaste terrible que incluso puede acabar en burnout, como de hecho sucede con cierta frecuencia entre los docentes. Además de ese modo no mantiene la distancia con el alumno y si no hay distancia, no hay autoridad, y sin autoridad no hay clases, hay un barullo continuo. Todo este conjunto de dificultades gripa el sistema: el profesor no puede implicarse con los alumnos si no quiere terminar quemado y además debe mantener la distancia de la autoridad: ¡no es un amigo de los alumnos! ¡Lo cierto es que hay miedo y resistencia a meterse en los sentimientos!

Hay un montón de malentendidos en todo esto y voy a buscar deshacer algo la madeja. Primero establezcamos las verdades.

  • La primera es que no se pueden gestionar emociones si no se conocen las propias. Esto es así porque las emociones cambian nuestra mirada, por ejemplo, si estamos enfadados no vemos todo lo que hay, sino que nuestra vista se enfoca en lo que consideramos un obstáculo. Algo similar sucede con el miedo. Por el contrario, la alegría nos permite mirar todo lo que sucede, sin embargo, cuando un alumno ha interrumpido la clase es difícil que estemos en la alegría. Esto quiere decir que todo profesor que pretende trabajar con las emociones está obligado a conocerse, a percibir lo que siente en cada momento, primero porque sino su propio sentimiento se va a mezclar con el del alumno y mezclados no se pueden gestionar. O se identificará con su alumno o lo rechazará, en ambos casos sin ser consciente plenamente de que lo está haciendo.
  • Debe conocerse, en segundo lugar, porque necesita ser auténtico: impregnar su comunicación con los sentimientos reales que la acompañan, comunicar alguna vez su sentimiento real. Sus alumnos van a advertir enseguida cuando no es así, y no se van a abrir. Las emociones son lo más personal y por lo mismo lo más libre, solo se comunican libremente. Cualquier otra cosa no funciona. Solo la autenticidad crea la confianza necesaria entre docente y alumno. Solo la libertad permite esa profunda comunicación en la que están implicados nuestros sentimientos. Esta segunda parte implica una cierta igualdad con el alumno. Los sentimientos se comunican sólo en situaciones de igualdad. Luego hay momentos en que el maestro o el profesor debe saber ponerse al nivel de sus alumnos. Por decirlo de un modo sintético, como personas son iguales, en cuanto que son docente y alumno están a un nivel diverso. El docente debe saber gestionar ese doble prisma y ser profesor cuando debe serlo y persona cuando es necesario que lo sea. Esta es una habilidad emocional fundamental.

Mi conclusión de todo esto es que la Educación Emocional comienza en el docente. Si el docente no se conoce, si no es auténtico y honesto, si no sabe ser persona, si no es capaz de ponerse a nivel de sus alumnos en su conjunto y de cada uno de ellos, si no es empático con ellos, la Educación Emocional no comienza. Y por otro lado existen siempre esos profesores/as que tienen una gran humanidad, saben ser persona, hayan recibido o no una formación específica en gestión de emociones. Se trata de esos maestros, de los que todos hemos conocido alguno, que han sabido entendernos como persona. Porque la clave de la Educación Emocional, lo que la hace permanente y necesaria en nuestras aulas, es la comunicación y comprensión persona a persona.

Ese es el centro de la Educación Emocional: funciona cuando el docente saber ser persona y respetar y comprender la persona de su alumno.

La Educación Emocional comienza en el docente.

Comentarios(15)

  • Robert Rogerson

    A mi es muy importante, todo este concentración en educación emocional de Los niño. Felicitaciones a todas las profesoras a Salzillo en que el exito de este esfuerza depende.

  • Félix Quincho Lorenzo

    Felicitaciones y gracias por compartirnos este tema muy interesante sobre educación emocional. Los maestros debemos reflexionarlo y hacerlo nuestro, porque tenemos que aprender a interactuar mejor con nuestros estudiantes.

  • Eva María del Pozo

    Estoy completamente de acuerdo con el autor. Soy maestra de vocación y sé de buena mano que si los niños no se sienten comprendidos como personas, no se puede llegar a ellos porque no existe la confianza necesaria para desempeñar un trabajo común.
    Si fuésemos conscientes de lo importante que es formarnos para saber gestionar nuestras emociones y, a su vez, saber ayudar a nuestros alumnos a gestionar las suyas, priorizaríamos en estos cursos de formación.

  • JOSEFA CARREÑO MONTOYA

    Rogaría lenguaje inclusivo.
    Si como el mismo autor apunta en su artículo: “que es necesario dar peso a la mujer y lo femenino”, no se entiende que las mujeres (mucho más del 50% de docentes, y al menos 50% de alumnado) no sean visibles. El lenguaje es muy importante, también en la educación emocional y sentimental.

  • Justo en el momento preciso,quiero mejorar mi ralación con mis niños.Gracias Teching por todo.

  • Muy buen artículo,yo platicaba con mis conpañeras que se ha perdido la esencia del preescolar, ahora es impotante el aprendizaje formal, y lo emocional ,los y las docentes se han vuelto muy frios,ya no saben ni cantos.

  • Es muy importante aplicar la educación emocional con los estudiantes para que ellos se sientan en confianza y en un ambiente de estima, el lado humano es lo que nunca debemos obviar en nuestras sesiones de aula. Muy interesante este artículo.

  • Joaquín García Andrés

    Estupendo artículo, Muchas gracias por aportar esta valiosa reflexión sobre la educación emocional

  • La educación emocional comienza en le docente y da motivo a los alumnos en el aprendizaje emocional muy motivado en el aula de acuerdo al tema y el área

  • Antonio, me ha gustado mucho tu didactico y aleccionador articulo, lo comparto totalmente y si te parece lo incorporaremos en nuestra Web. Un afectuoso saludo

  • Muy acertado
    comienza en el profesor del profesor
    quiza es una tradicion de profesores que empezamos a descuidar hace ya varias generaciones.
    Ser profesor en algunos paises como Alemania es un honor en España es un Horror!!!

  • Lo comparto y lo he practicado durante años, como podéis ver en “Memorias de un profesor”, de la ed. Apeiron. http://josemariacalvo.blogspot.com

  • Augusto Najarro Rojas

    Totalmente cierto lo que manifiesta no puede haber educación emoción. De hecho el primero que debe saber gestionar las emociones es el docente, hacer de la educación más humana a partir de la comprensión, bajando nuestras actitudes al nivel de los estudiantes, con la convivencia más amorosa, se logra una comunicación funcional y empática. Muchas gracias Antonio y Tiching por la receta.

  • María del Rosario Palacios

    La educación emocional marca la vida y para ser efectiva debe ser practicada por todos, fundamentalmente en el currículo de la formación profesional debe ser infaltable.y en especial en la docencia de todos los niveles. No olvidemos que la formación emocional es la que más nos humaniza y acerca a la prevención de problemas. Muy buen artículo. Felicitaciones.

  • Felicidades por este maravilloso art.
    Realmente no puede haber educación sin emoción, y como bien dices en tu escrito , tenemos suerte que las emociones hayan entrado en el ámbito de la ciencia. Saludos

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