Lleva muchos años involucrado en iniciativas para la mejora de la educación a través del cambio y el aporte de valor. ¿Qué le llevó a ello?
Me gustaba la educación y no me veía solamente en el aula, quería aportar algo más. Para mí, el cambio en la educación viene desde la organización: por eso me dediqué al cambio en el entorno organizativo.
Según su experiencia, ¿qué competencias debe tener un buen director de centro?
Es algo que ha ido variando con el tiempo. Pasamos desde capacidad de organización, control y capacidad de gestión, a que en la actualidad, y con el escenario de disrupción en que vivimos, un director de escuela debe tener visión, gestionar bien el cambio e intentar involucrar a su gente en el proyecto. Tengo muy claro que sin el equipo de trabajo es imposible llegar al cambio organizacional que requieren los colegios para el siglo XXI.
Con un proyecto compartido y un equipo docente cohesionado podemos conseguir grandes cambios en educación. ¿Cómo lo logramos?
Con personas que vivan para la educación y con un proyecto pedagógico diseñado de forma estratégica. Son las grandes claves, creo que de siempre: profesores que quieran aprender y un proyecto sobre el que apoyarse. Cuando los profesores realmente sienten su profesión, aprenden para enseñar, y si tienen un proyecto sobre el que crecer, mejor. Es el punto del cambio, uno de los grandes problemas de la escuela actual es que los profesores están aprendiendo de forma autónoma, la celeridad de los cambios han propiciado este modelo de aprendizaje. Creo que nos ha pillado el toro en el modelo de cambio de escuela.
¿Qué consejos le daría a un director de centro que quiera mejorar la educación?
¿Consejo? No soy hombre de consejos, y sí de ideas personales. Yo hablaría de que haría yo… y definitivamente la clave es no tener miedo al fracaso. Estamos en un momento en el que hay que arriesgar, buscar, proponer. El riesgo, el cambio, y también el fracaso, suponen parte del crecimiento y el avance en la escuela.
¿Qué labor lleva a cabo desde el proyecto Maecenas?
Llevo más de 20 años en entidades sin ánimo de lucro. He dirigido varias fundaciones y en este momento, MAECENAS supone definir un proyecto que acumula mi experiencia en la educación de hace ya un par de décadas. La Fundación pretende ayudar e impulsar proyectos que ayuden a la escuela a su cambio, a la adaptación a este siglo XXI, que será el siglo de la velocidad y de la disrupción. Poner orden y aportar valor en esto es una labor apasionante.
Para aportar este valor que comenta, ¿qué proyectos llevan a cabo?
Hemos ido avanzando a lo largo de los años. Nuestro objetivo fundacional siempre ha sido la innovación y gestión del cambio. Cambio en la escuela, en los directores, en la formación del profesorado… Ahora hemos iniciado un proyecto importante en Estados Unidos y Latinoamérica con la formación y seguimiento de escuelas innovadoras.
¿Cuáles son las claves para conseguir que las personas que tienen menos recursos accedan a la educación?
Hoy tenemos acceso a la educación, eso no me cabe la menor duda, sobretodo en los países civilizados. Otra cosa es acceder a una buena educación, que es más complicado. Y una buena educación pasa porque haya buenos administradores, buenos directores que gestionan y buenos profesores que son capaces de personalizar y adaptarse a la diversidad de este alumnado.
La crisis ha sido un contratiempo para las perspectivas de educación y futuro de muchos jóvenes. ¿Puede ser, sin embargo, una oportunidad?
Las crisis son momentos de cambio y de inestabilidad: en ella radica el cambio. Hay un dicho que dice que cuando aparecen las dificultades, las grandes personas se ponen de pie y empiezan a andar. Así lo he concebido siempre, y ahora, desde hace unos años, los grandes se han puesto ya a andar. Impresionante ver el esfuerzo que están haciendo muchos jóvenes por seguir adelante y enfrentarse a una sociedad tan cambiante como exigente. Una exigencia sin precedentes.
¿Qué cambiaría de las aulas?
A estas alturas, muchas cosas. Sobre todo cambiaría tres grandes aspectos: cómo aprender, cómo evaluar lo que se aprende y el concepto del espacio de aprendizaje. Grandes retos para una nueva educación. Y si a esto le añades la tecnología y los recursos del Mobile Learning…
Hablando de cambios, ¿cómo mejora la tecnología la educación?
La tecnología es un instrumento de trabajo. Lo importante es lo que está debajo de la tecnología, es decir, cómo optimizar esa tecnología. Ya tenemos bastante avanzado todo este concepto, te diría que para mí ya es obsoleto. Ahora mismo tenemos otros retos por delante.
¿Cómo contribuyen plataformas educativas como Tiching a mejorar la educación?
En una época de red e intercambio como la que vivimos, iniciativas como Tiching son un crisol de encuentro que promueve la educación y el conocimiento del profesorado y de los alumnos, y eso es algo muy importante y necesario. Tiching aporta un valor fundamental hoy en día, y es que permite compartir y gestionar el conocimiento de manera abierta y plural.
¿Cómo ve la educación del futuro?
Incierta y apasionante, porque que en la incertidumbre hay también una parte de pasión. Me preocupa como la tecnología va entrando en nuestras vidas, y se van perdiendo aspectos humanistas y de carácter emocional. Por eso es importante, como comentábamos al principio, desarrollar bien la estrategia en un centro escolar. En nuestras manos está el futuro de la humanidad, y ahora más que nunca.
Muy bueno. Es importantísimo “gestionar bien el cambio e involucrar a su gente en el proyecto”…
José es un ejemplo de maestro a seguir, siempre llevo tus enseñanzas a la práctica
Me agrada su postura respecto a que se tiene que cambiar, que innovar para mejorar la educación.