La ciencia en la literatura, es el título de un de tus libros. Son dos conceptos que a veces nos parecen imposibles de aparejar. ¿Qué visión de la ciencia se da?
Es un tema que apasiona desde hace muchos años. Yo quería destacar la cantidad de referencias científicas que se dan en las obras literarias y que es un tema que aquí está muy poco explorado. Hay autores que tienen mucho interés por la ciencia y la utilizan en sus obras sin embargo en los estudios literarios no se hace referencia. El objetivo del libro era este, poner sobre la mesa el uso de la ciencia en la literatura para hacer metáforas, construir tramas, dibujar personajes, etc.
Nos dan una idea muy interesante de la visión que se tenía de la ciencia a lo largo de la historia.

¿Y al revés? ¿Cómo se ha valido la ciencia de la literatura?
La ciencia, la tecnología, son actividades que no están aisladas de su época, forman parte de la vida cotidiana e intelectual. El ferrocarril, los vuelos espaciales, internet… todo esto en está en nuestra vida y se integra en las obras literarias con total naturalidad. Hay autores que están muy interesados en la ciencia a lo largo de la historia, y otros que toman distancia, que son más críticos, etc.

¿La ciencia se vale de la literatura para difundirse? ¿Para democratizar su conocimiento?
Sí, de la misma forma que el arte lo hace. La pintura, la fotografía, son artes que se han aplicado a la ciencia, por ejemplo para documentar especies o procesos. En un momento de la historia fueron herramientas básicas de difusión y formación. En la literatura hay dos funciones. Por un lado, introducir autores, personajes, inventos, etc. ayuda a que se difunda su valor, y por otro lado, para mí más importante, es la difusión de la reflexión. Alrededor de la ciencia siempre ha habido debates sociales, reflexiones sobre los límites, etc. Hay personas que nunca leerán un ensayo pero sí una novela, en la que si hay rigor, el lector puede adquirir conocimientos que le permitan participar de la reflexión.

¿Cómo se puede aprovechar esto desde el ámbito educativo?
Tanto en las asignaturas de ciencia como en las de literatura como en otras disciplinas se puede sacar más jugo a esta relación. La información está demasiado compartimentada en las aulas y es interesante ver cómo se interrelacionan. Se puede hacer trabajos multidisciplinares muy interesantes. Hay muchísimos autores que tienen referencias científicas. Sería muy interesante que el alumno pudiera analizar la obra de cada autor, de los debates sociales, etc. Bioética, relaciones personales, uso de la tecnología, son debates sociales que están ahora sobre la mesa y sobre los que los estudiantes de hoy tienen mucho que decir.

Un debate que está muy vigente ahora mismo es todo lo que rodea al Big Data ¿Cómo lo definirías?
No hay una definición estricta, pero podríamos decir que es la recolección y procesamiento de muchísimos datos, millones y millones de datos. Son datos muy diversos, están verificadas y se procesan a través de herramientas informáticas y algoritmos que permiten dar respuesta a dudas que se plantean o encontrar relaciones que con otros métodos sería imposible encontrar.

¿Nos puedes poner algún ejemplo?
Sí, en investigación científica hay muchos. Por ejemplo datos sobre características y posiciones de estrellas y galaxias. O en medicina: cada vez es más evidente que hay muchos genes implicados en el desarrollo de enfermedades, pero dependen de mutaciones, interaccionan con los hábitos de vida, etc. Son muchísimos datos que se cruzan y nos pueden ayudar a lograr avances médicos, investigaciones más concretas que nos permitan llegar a tratamientos más específicos, etc.
También puede servir para la gestión de ciudades. Si utilizamos sensores de movimiento podemos calcular que flujo de personas circulan por determinadas zonas, y prever así momentos de colapso, proponer alternativas, etc.

También hay usos que son más subjetivos de estos datos y a menudo entra a debate si los jóvenes (y los adultos) somos conscientes de qué datos estamos dando y qué uso se hará de ellos.
Este es el gran problema. Siempre vamos detrás de la tecnología y ni la gente, ni la sociedad, a nivel de legislación, se prepara con antelación, siempre vamos a remolque cuando surgen los problemas. Por eso es importante conocer los debates, saber hacia dónde se dirige la ciencia y la tecnología, etc. Lo que no se puede hacer es mirar hacia otro lado cuando surge el problema. Los ciudadanos hoy en día no estamos concienciados de los datos que damos de forma consciente ni los que damos de forma inconsciente. Cuando tu accedes a una web, esta tiene acuerdos con terceros para facilitarle la información que extraen de tu visita, y pese a que están obligados a informarte… ¿Cuantos de nosotros leemos las condiciones?

¿Y esto pasa por una mayor concienciación individual?
En internet no somos individuos encapsulados. También pasa con información que terceros dan de tí. Quizá tú no estás en una red social como Facebook pero tus amigos sí, y cuelgan fotos en las que tú apareces y te relacionan con un lugar y un momento concreto. Estos amigos a su vez han podido significarse por alguna causa o ideología. Los algoritmos solo procesan datos, y a través del reconocimiento facial establecen relaciones que, muchas veces son certeras, pero a veces se equivocan.

¿Las escuelas son un lugar donde se deberían enseñar buenas prácticas sobre el uso de tecnología?
Sí, por supuesto. Pero hay muchas buenas prácticas que deberíamos potenciar. Por un lado, reducir la tecnodependencia. Vivimos enganchados a las pantallas y transmitimos a los jóvenes esta actitud que deberíamos revisar. También es importante informar de las consecuencias que puede tener el Big Data, ser cautos y sobre todo ser conscientes. La sociedad no puede avanzar a ciegas y de forma desordenada. Hay que insistir en el riesgo que existe y exigir información respecto al uso que se hace de nuestros datos. Si los datos sirven para que nos recomienden libros o música o películas, pues bien, es una molestia relativa. Pero si los datos sirven para deducir las ideas políticas de si somos activistas sociales o nuestras tendencias religiosas es una vulneración de nuestra intimidad. En muchos países esta información es peligrosa.

¿Qué consejos darías a docentes que quieran trabajar el Big Data?
Alguna propuesta sería que hay temas muy nuevos que no están en los currículums y que puede parecer que no hay tiempo para abordar, pero es importante dedicar algunas sesiones a hablar sobre ello. También creo que es importante huir del alarmismo y señalar que en algunos aspectos puede ser útil pero que también conlleva riesgos.
Es importante hacer saber a los alumnos que ellos serán la sociedad del futuro y que de ellos dependerá la deriva que tome. Ser conscientes de los riesgos que tiene un mal uso de esta práctica les permitirá tomar decisiones con conocimiento de causa.
Hay que hacerles saber que tienen una serie de derechos que pueden ejercer respecto a sus datos. A veces no sabemos que nosotros tenemos control sobre estos datos y su uso.


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