Cuando escuchas a profesores que exigen que los móviles de los alumnos estén apagados en el aula, ¿qué piensas?
Pienso que no entienden el contexto, que no comprenden dónde están ni en qué momento vivimos. Por un lado, entiendo que se sientan muy abrumados por la vorágine tecnológica, pero por otro lado creo que deberían hacer un esfuerzo importante, que las necesidades formativas de hoy, exigen y piden dejar al margen consideraciones peyorativas sobre las herramientas tecnológicas que pueden aportar mucho. Los móviles son una de estas herramientas que pueden ayudarnos en el área pedagógica y docente.

Algunos defienden que son herramientas de distracción, y que los alumnos pierden el hilo de la clase por estar pendientes del dispositivo.
Claro, es una herramienta de distracción porque todavía no conocemos las potencialidades educativas que tiene. Como no las conocemos, la primera reacción es descartar su uso. Yo creo que deberíamos conocer a fondo el funcionamiento del móvil y las posibilidades didácticas. Debemos darle un uso responsable, ético, reflexivo y crítico y así nos ahorraremos problemas.

¿Y por qué crees que no se hace?
La cuestión es que todo esto implica un sobreesfuerzo, hay que ponerse al lado de estas herramientas y enseñarlas. Todo esto es muy nuevo y nos exige abandonar la zona de confort, que quizás es el libro de texto, y ver qué es lo que nos puede aportar el móvil.
Yo no soy de los que piensa que debemos abandonar lo hecho hasta ahora y pasarnos al entorno digital directamente, creo que estamos en un momento de hibridar. Lo que no podemos hacer es esconder la cabeza bajo el ala, ni tampoco prohibir. Debemos ser muy abiertos, si alguna actitud nos debe caracterizar en este momento a los docentes es la de ser muy abiertos.
Cuando oigo alguien dice “no, no, no” me asusto, porque veo mucho inmovilismo, mucho miedo que puedo comprender.

¿Qué oportunidades crees que brinda la incorporación de dispositivos móviles en la educación?
Para empezar, creo que son herramientas altamente motivadoras para el alumnado. En segundo lugar, pienso que aportan cuestiones que van desde aquello que llamamos “pensamiento computacional” (es decir, ser capaces de aprender a crear aplicaciones y alfabetizarnos sobre la misma herramienta), hasta aprender a través del propio dispositivo. Utilizar el móvil para aprender, buscar información, apuntar lo que se necesite, estar actualizado, informado… en definitiva, como una herramienta de control de tu entorno personal de aprendizaje.
Y, en tercer lugar, tiene una gran cantidad de potencialidades nuevas, desde la realidad aumentada hasta todos los temas de fotografía: puedes hacer que tus alumnos se conviertan en reporteros con su dispositivos.

¿Qué recomendarías a los profesores que quieren integrar los dispositivos en el aula?
Les diría que es momento de explorar de forma corresponsable con los alumnos todas estas potencialidades. Esto nos pide que nos sentemos con los alumnos, que pactemos su uso controlado. Debemos abordar con ellos también una  serie de cuestiones de gestión emocional, ya que la introducción de estas herramientas puede generar conflictos. La opción másfácill siempre es prohibir: como todo esto genera ruido, mejor no tocarlo. Pero, desde mi punto de vista, en el momento en el que estamos no tocarlo se convierte en una negligencia.
Es como cuando hablamos del bullying, y decimos “ es un tema de niños”. ¡No, para nada! Es un tema de adultos, y somos incapaces a veces de detectar señales de alerta o señales de alarma. Hay cuestiones que tienen que ver con nuestra responsabilidad como docentes.

Prepara un informe para la fundación Jaume Bofill sobre estas cuestiones, ¿verdad?
Sí, se trata de un informe que da una serie de recomendaciones alrededor del aprendizaje móvil que abordan desde el sistema político, al ámbito organizacional de los propios centros y al nivel más individual. Lo presentamos en el pasado ITWorldEdu2015.

¿Nos puedes resumir algunas de las conclusiones del informe?
En primer lugar, ponemos de manifiesto que el proceso de integración de los dispositivos móviles o se hace con todos y con la corresponsabilidad de todo el mundo (es decir: alumnos, profesores, tutores, equipo directivo, y familias), o estamos abocado al fracaso. Hay que decidir entre todos qué uso se dará a los dispositivos. Esto no es una cuestión que afecte solo al profesorado, se debe contar con la participación de los alumnos e invitarles a implicarse y a comprometerse. Si los alumnos y alumnas quieren tener el móvil, deben asumir también unas responsabilidades.
Este proceso es altamente formativo, les das voz, les escuchas, les das protagonismo.

¿Qué más situaciones detectáis?
Vemos que es urgente tener una hoja de ruta para los centros sobre todas estas cuestiones. Hojas de ruta que van desde cuestiones instrumentales hasta cuestiones de infraestructura, que no son menores. Debemos poner sobre la mesa estas necesidades y darles respuestas eficaces.
Y, por último, también destacamos que cada vez es más necesario ir encontrando aquellas experiencias que son exitosas y, por lo tanto, ir compartiendo aquellas propuestas que funcionan. Es muy importante que exista un mapa donde se vea la utilización de la tecnología para que los profesores tengan referencias reales. Los profesores necesitamos modelos, ejemplos, cosas que funcionan. Es importante ver y que te expliquen cómo se ha llevado a término una experiencia.

¿Qué tipo de acompañamiento necesitan los profesores para incorporar nuevas tecnologías en sus aulas?
Lo que creo que no necesitan son cursos de 20 o 30 horas. La experiencia nos ha enseñado que esto les fatiga y no se obtiene el resultado óptimo 100%. Pienso que el acompañamiento que necesitan está más ligado al coaching, alguien que les acompañe permanentemente, que esté basado en su contexto. Cada centro tiene su propia cultura, es como una pequeña tribu. Es importante conocer la cultura organizacional de cada centro para ver cómo se les puede ayudar. Saber cómo trabajan nos permite detectar la forma óptima de realizar estos acompañamientos formativos.

¿Planteáis alguna metodología para ello?
Proponemos algunas pautas. En una primera fase que denominamos “de diagnóstico” analizamos lo que comentábamos, el contexto de cada centro. Así también vemos el nivel de competencias digitales.
Una segunda fase tendría mucho que ver con el propio talento del centro. Está muy bien que venga gente de fuera a formarnos, pero los centros muchas veces tienen profesores desaprovechados que son muy buenos. A veces son personas que no tienen un gran nivel de competencias digitales, pero que en cambio saben muchísimo de pedagogía y se atreven a nivel técnico a proponer estrategias o actividades muy interesantes. Hay que rescatar a estas personas y ponerlas a liderar los procesos de cambio en el aula.
Con esto también se consigue un proceso más sostenible, ya que si el formador es externo, cuando se va, los profesores tienen la sensación de quedarse colgados. En cambio, si es alguien de la propia casa, siempre está allí para realizar el acompañamiento.

¿Compartir experiencias con otros centros y docentes también puede ser útil?
¡Por supuesto! De hecho es muy necesario. Nuestro sector tiende a tener la autoestima muy baja. Los profesores no contamos lo que hacemos en nuestra aula porque a menudo pensamos que no vale la pena, y nos damos cuenta de lo contrario cuando por casualidad lo explicamos a un compañero y nos alaba la idea.
Debemos promover que esto suceda, que los profesores documenten lo que hacen y lo expliquen. A lo largo del curso sería interesante hacer una pequeña feria de cómo se han utilizado los móviles, de cómo se han resuelto conflictos, etc.
Esto permite que la gente incorpore nuevas ideas, así la gente también crea clima de confianza.

¿Por qué los docentes no valoran las cosas que hacen?
Porque somos gente que nos cuesta trabajar en equipo. Somos personas que nos reunimos, trabajamos en grupo, pero no en equipo. Cuando trabajas en el aula estás tu solo. Estamos viendo experiencias muy interesantes de aulas con dos profesores, ese día salen chispas buenas, hay mucha innovación. Donde no llega uno llega el otro. Es una experiencia muy satisfactoria y no es tecnológica, pero no deja de ser innovación.

Hemos hablado mucho de las necesidades de los profesores pero ¿qué necesitan los alumnos?
Sobre todo necesitan que los reconozcas. Los profesores que saben reconocer los puntos fuertes de sus alumnos, que los valoran, que los reconocen, que los identifican… esos son los que dejan huella. Necesitamos gente muy apasionada que genere en los alumnos ganas de aprender, de sorprenderse cada día en clase. Esto está más relacionado con la ética profesional, con el compromiso de las personas y la gestión de las emociones, que con los conocimientos que podemos obtener en una facultad.

¿Qué herramientas debemos dar a los niños para su futuro?
Lo que les depara es bastante incierto, así que propondré competencias que creo que les serán útiles en su desarrollo personal. La primera de ellas es la competencia comunicacional, todo aquello que hace referencia a ser capaces de comunicar y de hacerlo correctamente. Por otro lado, es muy importante la gestión emocional: conocerse a uno mismo y conocer a los demás, ser capaz de empatizar pero también de defender los propios intereses. Y por último: trabajar en equipo, que sean competentes en resolver problemas, que sean flexibles. A nivel de conocimientos, será indispensable que dominen la tecnología y por supuesto, los idiomas.

Acerca del autor

Tiching

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Comentarios(2)

  • Las Tic son de grana ayuda si el docente tiene buena formación. Es una herramienta que los alumnos tienen que aprender a manejar y no es fácil. Hay que ser prudente en su manejo y no debe ser la única herramienta de aprendizaje.

  • Juan Manuel Juárez Montoya

    Sin duda hay que integrar las Tics en los procesos de enseñanza-aprendizaje y arriesgar parte del presupuesto gubernamental para que los alumnos cuenten con un procesador propio. las cruzadas contra el hambre bien pueden ayudar a que este proceso se agilice facilitando recursos para cumplir con esta necesidad que cada día se hace más evidente ante el avance tecnológico de la era de la computación.

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